Las habilidades blandas, o soft skills, son un término que ha pasado del anonimato a dominar cualquier proceso de selección de cualquier empresa, sobre todo cuando buscan candidatos jóvenes.
El término hace referencia a las habilidades sociales que solo se adquieren en la vida diaria y que permiten a las personas integrarse con éxito en los ambientes laborales. El problema es que en la universidad no hay libros para aprender a trabajar en equipo ni exámenes que evalúen si uno sabe o no empatizar. Las habilidades, por oposición a los conocimientos, se aprenden sobre todo a través de la experiencia.
En su intervención en el World Economic Forum de 2018, el fundador de Alibaba, Jack Ma, alertaba de que “la educación ya no se puede centrar en los contenidos, sino en otro tipo de aspectos en los que las máquinas nunca podrían sustituirnos”. Ellas son más inteligentes, por lo que, en su opinión, debemos enseñar precisamente lo que nos hace distintos, aquello en lo que nunca serán capaces de alcanzarnos.
Los valores, la confianza, el pensamiento independiente, el trabajo en equipo y cuidado de los demás son aspectos fundamentales para él.
Las empresas cada vez valoran más estas habilidades, pero, ¿Cómo sabrán que nuestros hijos las poseen antes de contratarles? Algunos datos suyos pueden ayudarles a intuir que las tienen. Por ejemplo, el haber realizado un Erasmus o haber estudiado fuera. De hecho, según datos de un informe de la Comisión Europea, el 79% de los estudiantes Erasmus encuentra trabajo en menos de tres meses tras haber terminado sus estudios, cuatro puntos más que en el caso de los universitarios que no salen de su país.
¿Pero por qué un alumno que haya estudiado fuera despierta un especial interés en los equipos de recursos humanos, dando por hecho que ha desarrollado estas soft skills?
“Cuando un estudiante sale al extranjero, empieza a desarrollar ciertas competencias que le van a acompañar en toda su vida profesional. Eso hace que sea muy útil para las empresas recurrir a estos perfiles.”, asegura Carmen Codinach Serra, fundadora de Travel and Tuition, una empresa familiar situada en Barcelona y Madrid, que se dedica hace más de 30 años a la formación académica, el aprendizaje de idiomas y experiencias en el extranjero.
Lo cierto es que estudiar fuera de casa, en un entorno totalmente nuevo conlleva, no solo libertad, también responsabilidad y madurez. “De forma casi inconsciente, se empiezan a desarrollar todas esas competencias que hoy en día se exigen en cualquier oferta de trabajo: flexibilidad, creatividad, adaptabilidad, capacidad de resolver problemas, gestionar situaciones complejas, trabajo en equipo…y, por supuesto, la diversidad que trae consigo el haber estado en contacto con personas de diferentes países y culturas”, recalca Carmen.
La mejora no es, sin embargo, automática. No basta con poner un pie fuera, hay que enfocar bien la experiencia. “Cada alumno tiene un perfil y unas inquietudes diferentes. Conviene estudiar bien cada caso para así aprovechar todo su potencial y que la experiencia sea lo más enriquecedora posible” añade Carmen.
¿Y el idioma? “El idioma se da por hecho. Viene implícito con el hecho de estudiar fuera”, concluye Carmen. Por tanto, haber vivido esta experiencia, no solo llenará la mochila de tus hijos de buenos ratos, sino también de un idioma y de esas soft skills, que le asegurarán unas buenas perspectivas laborales, algo que comprueba día a día Carmen en Travel & Tuition.