Nuestro pequeño, ese niño adorable que corría a nuestros brazos, que nos pedía consejos, que nos hacía sentir queridos y admirados, de repente se ha convertido en casi un extraño. Pasa horas en su habitación, rehúye el contacto físico, no nos cuenta prácticamente nada y, a menudo, nos sorprende con malas formas o conflictos.
¿Qué está sucediendo? Pues que nuestro hijo está afrontando los cambios propios de la adolescencia, tanto a nivel físico como psicológico. Estos cambios incluyen altibajos hormonales que pueden provocar cambios de humor, irritabilidad, e impulsividad. Por otro lado, la rápida maduración física y la transformación de su imagen corporal también suele ser un estresor importante para ellos. Durante la adolescencia también se produce la conformación final de la identidad, proceso que lleva desarrollándose desde el nacimiento, y que acabará por definir la persona que es, el rol que ocupa en nuestra familia y en nuestra sociedad, así como otros aspectos identitarios, como el sistema de valores y creencias.
Como ves, el reto que está afrontando tu pequeño adolescente no es poco. Sumado, a dos estresores relativamente recientes: el desarrollo desde hace 15 años de Internet, las redes sociales, los videojuegos (con todo lo que ello con lleva), y la reciente pandemia, una situación sin precedentes que ha tenido un fuerte impacto sobre todo en la población infantil y adolescente, precisamente por encontrarse en un periodo en desarrollo y especialmente vulnerable de su vida.
Es importante como padre de un hijo adolescente que aprendas a interpretar adecuadamente su comportamiento, ya que si no haces las atribuciones correctas al mismo la manera en que lo manejarás será totalmente diferente.
Por eso he creado este ‘Traductor Adolescente’, para ayudarte a entender y descifrar el lenguaje de tu hijo y lo que realmente quiere decir.:
1- Cuando dice: “Me aburro con vosotros, no quiero pasar tiempo en familia”
Lo que realmente quiere decir es: “Mis amigos son muy importantes ahora y necesito más tiempo para ellos y para mis nuevos intereses”
Tu hijo adolescente está descubriendo las relaciones sociales maduras, la amistad y el amor. Esto conlleva asumir un rol dentro del grupo que le ayude a sentirse aceptado y a la vez le permita desarrollar una personalidad auténtica y diferenciada de los demás. La familia ha sido el sistema principal del niño hasta la adolescencia, pero ahora el mundo se expande y puede conocer, relacionarse y enriquecerse de otras relaciones sociales. Por eso los padres pasamos a un lugar secundario, sobre todo en lo que a tiempo de ocio se refiere, y es normal que así sea. Darle ese espacio y entender que ese distanciamiento es sano nos permitirá reordenar las dinámicas familiares para disfrutar esta etapa de forma diferente.
2- Cuando dice: “No formo parte de esta familia, no me parezco en nada a vosotros”
En realidad quiere decir: “Necesito definir mi personalidad al margen de los lazos familiares”
Tu hijo está forjando su identidad y no podría desarrollar ese aspecto de su personalidad si no se distanciara de vosotros. Rebelarse contra la establecido es la única manera que encuentra a veces de descubrir quién es de manera genuina, no como una simple réplica vuestra.
3- Cuando dice: “Te odio”, “Me estás amargando la vida”
En realidad quiere decir: “Te quiero, pero estoy enfadado y mi impulsividad me hace decir cosas que no pienso”
La lengua afilada, las malas contestaciones o incluso un tono despectivo aparecen de repente. Ha pasado de adorarte y que seas su héroe o su modelo, a parecer que te odia e incluso se avergüenza de ti. Pero no es nada de eso. Tu hijo te quiere, pero la adolescencia es difícil y agotadora, y la vorágine hormonal les hace estar en pie de guerra y tener altibajos emocionales. Pero no solo por temas físicos, también psicológicos: el estrés que conlleva esta etapa les hacen estar molestos, irritables, y reactivos. Pero no tiene que ver contigo (al menos, no siempre).
4- Cuando dice: “Eres lo peor”. “No quiero parecerme a ti”
En realidad quieren decir: “Estoy buscando mi identidad y necesito ser diferente a ti”
No es personal. No eres lo peor. No te ha dejado de querer. Solo está afrontando procesos psicológicos y sociales complejos.
Respira. Sé empático. Intenta entender cómo se siente y recuerda que la mayoría de veces no tiene que ver contigo, sino con su propio malestar. Tú solo eres su saco de boxeo: cuando te necesita se abraza a ti, y cuando está rabioso te “golpea”. Pero ese es nuestro papel durante la adolescencia: acompañar, estar ahí, ser flexibles, pero firmes. Siguen necesitando nuestra guía, nuestros límites, nuestro amor y aceptación. Nosotros somos los responsables de reinventar nuestro rol para adaptarnos a esta nueva etapa. Habrá que dejar atrás formas de relacionarnos con ellos que ya no funcionan, y aprender a aproximarnos de otras que nos reconecten.
La forma de comunicarnos con ellos, la manera de demostrarles afecto, el respeto por los silencios y la intimidad, son aspectos a trabajar si quieres cuidar el vínculo de apego con tu hijo adolescente.