Por ley los espacios de trabajo no pueden superar los 27ºC. Pero “los niños lo aguantan todo”, ¿o no?
Está a punto de acabar el curso escolar, pero la cuenta atrás para las vacaciones se está haciendo tal vez más cuesta arriba que otras, por la llegada de una compañera indeseable que hace más difícil aprender, atender e ¡incluso jugar en el patio! Hablamos de una ola de calor insólita en junio para la que muchos colegios, sin aire acondicionado ni ventiladores, no están preparados. Esta ola de calor ha dejado al descubierto que, muchas veces, consideramos que los problemas, necesidades y derechos de los niños son de su tamaño, es decir, menores que los de los adultos. ¿Cómo afecta este calor excesivo al cerebro de nuestros hijos? ¿Qué medidas podemos tomar para ayudar a sobrellevar este calor?
La semana pasada, 47 alumnos de un Instituto de Educación Secundaria de Valdemoro (Madrid) tuvieron que ser atendidos por efectos en su salud debido a altas temperaturas en plena jornada escolar. El instituto no cuenta con aire acondicionado y por eso los afectados fueron trasladados a un tanatorio cercano que sí contaba con climatización. Solo seis menores fueron trasladados al hospital y recibieron el alta esa misma tarde de los hechos y los servicios de emergencia quisieron dejar claro que el episodio no se debía a un golpe de calor, que es una circunstancia muy grave.
Dos días antes de estos hechos, el Consejero de Sanidad de la Comunidad de Madrid, en una entrevista en la Cadena Ser, había declarado que “no soy partidario del aire acondicionado”, porque provoca problemas en ojos y en cuello. “Se pueden ventilar las aulas, tener continuamente agua en las clases y además un abanico se puede hacer y puede ser una terapia ocupacional muy importante para los niños”.
Por ley, se establece en España que “la temperatura de los locales donde se realicen trabajos sedentarios propios de oficinas o similares estará comprendida entre 17 y 27 ºC. La temperatura de los locales donde se realicen trabajos ligeros estará comprendida entre 14 y 25 ºC”. En las aulas estos días muchas veces se superan los 35ºC. Más allá de los problemas de consumo energético que se deriven del abuso de aire acondicionado, no es descabellado afirmar que muchas veces consideramos que los problemas, necesidades y derechos de los niños son de su tamaño, es decir, menores que los de los adultos.
En la actualidad, muchos colegios han optado por acabar el curso recurriendo a un horario flexible para suavizar en lo posible los efectos de esta ola de calor en los peques y dejar de avanzar materia.
Los efectos del calor en la capacidad para aprender
El calor puede provocar confusión, insomnio o sueño fragmentado, fatiga, dolor de cabeza, mareo… Además, la deshidratación produce disminución de la memoria a corto plazo. Un efecto muy evidente para todos es que el fuerte calor produce cambios en el estado de ánimo. Se vive como una situación muy estresante, que nos hace estar (a niños y adultos por igual) muy irritables.
¿Qué podemos hacer para sobrellevarlo mejor?
Los profesores ya saben que ni spinners ni cromos ni balones. Ahora mismo el bien más preciado en el colegio es el pulverizador de agua. Muchos profesores pulverizan a sus alumnos con agua varias veces durante la jornada escolar. Beber agua y refrescarse con frecuencia, usar ropa holgada, ligera y clara, meter en la mochila almuerzos ligeros como frutas y verduras, usar gorros o pañuelos para proteger la cabeza e insistirles una y otra vez en que beban agua con frecuencia son algunas de las medidas que podemos adoptar para ayudarles a sobrellevar esta particular cuesta de fin de curso. Cuidar el medio ambiente también puede ayudar a evitar o mitigar los efectos de estas insólitas olas de calor. Y, también, tener mucha paciencia con sus cambios de humor y recordar que no porque sean pequeños “lo aguantan todo”. El calor también les afecta, y mucho.
Imagen de portada: Kristina MM / Unsplash