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Una madre del cole me ha dicho que mi hijo fuma porros

Paloma paseaba por el barrio cuando, una madre que conocía del colegio de su hijo de 14 años, se acerca y le dice: “Hace tiempo que me gustaría decirte una cosa… he visto a tu hijo con un grupo del barrio que fuma porros y le he visto fumando”.  Por supuesto, la conversación no queda aquí. Esta señora está dispuesta a explicar con todo detalle lo que vio para terminar dándole el pésame como si alguien se hubiera muerto.  

 

La reacción de Paloma no se hizo esperar, sintiendo una profunda rabia, con muchas ganas de llorar, con pensamientos de negación: “mi hijo, no”, acelerándose el corazón y sintiendo un fuerte dolor en la espalda de la tensión.

Tras la negación, Paloma sintió mucho miedo. ¿Y si es verdad? ¿Y si mi hijo toma drogas? Si esto es así, ¿cómo no me he dado cuenta?  

 

Pero… y si nos encontramos en esta situación, ¿qué podemos hacer?  

 

Es difícil saber por dónde comenzar, pero es necesario empezar por nosotros e identificar cómo nos sentimos en ese momento, para después poder actuar de la mejor manera que sepamos y podamos.  Para ello es importante preguntarnos cómo nos sentimos y tener un poco de autocontrol y no dejarnos secuestrar por las emociones que en ocasiones nos hacen decir y/o hacer cosas de las que muchas veces nos terminamos arrepintiendo. Es necesario actuar con serenidad y no dramatizar.  

 

No cabe llegar delante de nuestro hijo y confrontar como si nada, puesto que podemos conseguir el efecto contrario, no saber qué es lo que está pasando en realidad. Respirar, llegar a casa y compartir con nuestra pareja, familiares, amigos… ayuda a poner orden en la secuencia de cómo queremos abordar la situación. Ya sabemos que hablar de drogas con nuestros hijos es difícil pero no imposible y sí necesario.  

 

En este sentido hay que tener especial cuidado con la negación, puesto que nos impide ver una parte de la información desagradable, aquella que no queremos oír y seguir como si no hubiera pasado nada.  No obstante, creemos conocer a nuestros hijos pero, por mucho que nos duela, es necesario verificar si un comentario de ese tipo es realLo que no sirve en prevención del consumo de drogas es pensar que nuestros hijos no están expuestos a las situaciones de riesgo que en ciertos momentos de su vida se van a encontrarPonernos una venda en los ojos es nuestro peor enemigo en la prevención desde casa. 

 

Paloma, nada más llegar a casa miró fijamente a los ojos a su marido y le lanzo esa famosa frase de: “cariño, tenemos que hablar”. Intentando mantener la calma y, tras pasar la barrera de la negación, comenzaron a verbalizar que puede haber de verdad en ese comentario. Se dieron cuenta de que su hijo hacía unos meses había dado un cambio en su comportamiento y actitud en casa, que había muchas señales a las que no habían dado la importancia que correspondía. Su hijo bajó en el rendimiento escolar, las horas de sueño se habían reducido mientras que las horas de estar con sus amigos se habían alargado, e incluso la madre echó en falta alguna vez dinero de su monedero sin darle la mayor importancia.  Los cambios de humor en casa eran frecuentes, así como estallidos de rabia ante alguna negación. También hacía algún tiempo que ya no quedaba con su grupo de amigos con los que se juntaba desde que era pequeño. Todo esto se podía justificar: “ya está en la edad del pavo”.  

 

Por ello, toda información que nos llegue u observemos hay que darle un lugar para poder instaurar estrategias de protección oportunas.  

 

¿Cómo hablar de drogas con nuestros hijos?

 

Recopila información en cuanto a cuál es su grupo o grupos de iguales, cuándo sale de casa o del colegio, con quién está y dónde está. No se trata de convertirnos en investigadores ni detectives, ni dejar de respetar su derecho a la intimidad, sino conocer el entorno más cercano de nuestros hijos y cómo actúan con su grupo de amigos.  

 

Detecta señales de alerta. Hay que estar más atentos a posibles señales de alerta que pueden darnos datos de posibles consumos de nuestros hijos como pueden ser el descenso en el rendimiento escolar, cambios de humor, cambio de actitud, alteraciones en el sueño, saltarse límites y normas, ojos rojos…  Estos datos objetivos nos dan más información en cuanto a si hay algo de verdad en ese comentario y poder saber ante qué situación nos encontramos y cuál es su alcance, si es que lo hay.  

 

Mantente informado: También es importante estar informado en cuanto a las sustancias y las pautas de consumo así como de las consecuencias que tienen a corto y largo plazo. 

 

No pospongas: No se debe demorar mucho tener una conversación con nuestro hijo de lo sucedido, para ello hay que tener en cuenta que no todos los lugares y momentos son idóneos para hablar del tema. Hay que afrontar la situación sin pasarla por alto o restarle importancia, sino de manera natural.  

 

Calibra a la hora de usar un tono de voz adecuando y un lenguaje que ellos puedan entender. De esta manera podremos intentar tener una conversación sin dejarnos llevar en exceso por las emociones.  

 

Flexibiliza a la hora de sacar el tema hay puesto que no siempre pueden tener nuestro mismo punto de vista. Por lo que también es importante dejar hablar sin interrumpir y que ellos puedan expresar y aclarar la situación sin sentirse acusados y juzgados.  

 

EmpatizaNo hay que olvidarse la edad que tienen y de cómo se pueden sentir hablando de un tema tan delicado como este.  

 

No acuses, amenaces e interrogues. Hacerlo sería una manera errónea de acercarnos a nuestros hijos,  alejándonos  del objetivo principal, saber si la información que nos han dado es verdadera. Claro que es necesario preguntar, pero no en forma de batería de preguntas que en la mayoría de veces no obtenemos respuestas. Es importante ser humildes a la hora de hablar con ellos de lo sucedido y no utilizar la mentira, puesto que a ellos les exigimos que no lo hagan. No pasa nada por decir la fuente de donde viene la información y porqué se ha sacado el tema.  

 

Y por supuesto, hay que ser firmes y claros en cuanto a la posición que tenemos en referencia al consumo de sustancias.  

 

 

La educación sexual y la prevención de drogas son algunos temas que más nos cuesta abordar con nuestros hijos. Pero, aunque sean temas incómodos de tratar, es realmente necesario por el riesgo que esto conlleva. Si hay algo que no me cansaré de repetir es que la prevención empieza en la infancia.

 

Insisto en la importancia de ver, saber, conocer y no negar que nuestros hijos también pueden tener contacto con las sustancias. Pensar que los demás sí pueden hacerlo pero “mi hijo no” nos impide ver señales que nos indican que algo está pasando. Muchas veces cuando nuestros hijos salen de casa, sabemos realmente dónde van y con quién van, y, aunque creemos conocer a nuestros hijos, en algunos aspectos nos faltan datos.  

 

¿Y si es verdad?… ¿y si mi hijo fuma porros?… En este caso habrá que hacer otro plan de actuación. La prohibición no sirve, pero sí hacer que nuestros hijos sepan los riesgos que conlleva el consumo de sustancias y, por supuesto, actuar en consecuencia con sus actos. Nunca está de más pedir ayuda y asesoramiento para poder saber qué hacer en estos momentos tan delicados.  

  

Para saber hay que ver y en el proceso de crecimiento hay que estar. 

 

 

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Anais Lopez

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