Kevin Durant es un jugador de baloncesto de la NBA. En 2014 fue elegido el Jugador Más Valorado. Al recoger su premio, Durant tuvo palabras muy especiales para su familia y sobre todo para su madre, a la que agradeció haber creído en él.
Ya nos decía Silvia Álava que “ser agradecido es uno de los mejores predictores de la felicidad”. Y Gregorio Luri nos contaba, con buen criterio, que “un hijo no está bien educado si no es capaz de corresponder al amor que ha recibido”. Gratitud y amor desbordan este emocionante discurso de Kevin Durant, que recuerda su infancia como hijo de una madre joven y soltera. “Las estadísticas jugaban en nuestra contra”, confiesa. Se mudaron de apartamento en apartamento y “todo el mundo nos decía que no debíamos estar ahí”. Durant cuenta que uno de los mejores recuerdos que guarda de su infancia fue cuando “nos mudamos a nuestro primer apartamento, sin muebles, sin camas y simplemente nos sentamos en el salón abrazándonos”. Durant dice entre lágrimas que “no deberíamos estar aquí”, pero dice a su madre que “nos hiciste creer, nos mantuviste lejos de la calle, nos pusiste comida en la mesa… Tú eres la verdadera MVP (Jugador Más Valorado)”.
Decía Rita Pierson en una charla TED brillante que “todos los niños merecen un campeón, un adulto que nunca deje de creer en ellos, que insista en que se conviertan en lo mejor que puedan llegar a ser”. Creer en nuestros hijos, en que pueden dar lo mejor de sí, es seguramente el legado más importante que podemos ofrecerles. Y no será solo el mejor regalo para su futuro. También para el futuro de nuestra sociedad. Que no se nos olvide.