Jesús Delfín (psicólogo): “Es un error que castiguemos a nuestros hijos cuando nos mienten”

El psicólogo nos explica que enfadarnos con nuestros hijos o castigarles tras una mentira supondrá que nos vuelvan a mentir.

¿Has descubierto que tu hijo adolescente te miente? Las mentiras adolescentes nos preocupan porque suponen la primera pérdida de control sobre ellos y pueden ocultar actitudes peligrosas. En muchas ocasiones, además, es complicado medir dónde termina la mentira inocente y dónde empiezan las conductas preocupantes. Por tanto, como padres, no debemos mirar hacia otro lado si sabemos que nuestro hijo nos está mintiendo o pensamos que lo puede estar haciendo.

Sobre ello hemos hablado con el psicólogo Jesús Delfín, el cual nos ha explicado por qué y sobre qué suelen mentir los adolescentes, y cómo reaccionar cuando les pillamos mintiéndonos, entre otros aspectos relevantes acerca de este tema.

-Pregunta: ¿Por qué posibles razones nos pueden mentir nuestros hijos adolescentes? 

 

Respuesta: La mentira es una herramienta que los adolescentes usan para crear una separación psicológica con nosotros, los padres. No olvidemos que durante esta etapa se tiende a crecer psicológica y emocionalmente, y para ello, nos ocultan mucha información y delegan esa confianza en sus iguales, ampliando su perspectiva y generando nuevas estructuras mentales más allá del ámbito familiar.

En la gran mayoría de las ocasiones, los motivos por los que los adolescentes nos mienten son porque piensan que la información que nos van a contar les va a meter en problemas, por la percepción de que nos van a decepcionar o porque creen que no les dejaremos hacer algo que les gusta o desean.

 

 

-P: ¿Cómo deberíamos reaccionar ante sus mentiras?

 

R: La confianza es el concepto sobre el que pivota la relación con nuestro hijo adolescente y es algo que él debe entender. Lo natural en muchas casas es que tras la confesión de una mentira exista un castigo y una reprimenda. Sin embargo, esto es un error, pues de esta manera lo que nuestro hijo aprende es que no puede confiar en nosotros para contarnos las cosas con honestidad, y con alta probabilidad se sucederán más mentiras para escapar de dicha consecuencia desagradable.

Para conseguir que nuestros hijos ganen confianza en nosotros, hemos de actuar con comprensión y proximidad. Esto no quiere decir que no debamos poner límites, al contrario, los límites o normas tienen que estar presentes, pero siempre dentro de un entorno tranquilo y facilitador, en el que nuestro hijo entienda el por qué debemos intervenir en su conducta. De esta forma, será más sencillo que comprendan y acepten nuestra actuación. Tenemos que fomentar el afecto y la empatía en casa mientras implementamos unos límites consensuados justos y proporcionales. Es muy importante que nuestro hijo adolescente tenga confianza en nosotros y que sienta que no va a haber una gran discusión ni reprimenda tras algún hecho reprobable.

 

“Una expresión exacerbada del enfado no nos ayudará (ni le ayudará) a que confíe en nosotros y nos haga caso”, Jesús Delfín

 

Como padres, puede ser difícil no querer controlar todo tipo de conductas perjudiciales para nuestros hijos como botellones, malas influencias, pellas, conducción temeraria… Desde luego, hemos de intervenir de la manera correcta para lograr hacer entender a nuestros hijos el peligro que supone todo esto, pero una expresión exacerbada del enfado no nos ayudará (ni le ayudará) a que confíe en nosotros y nos haga caso.

Tenemos que sentarnos con él, aprovechemos alguna ocasión en la que esté receptivo y expongámosle nuestro punto de vista. Hemos de indicarle cuáles son los motivos por los que no es buena idea beber hasta perder el conocimiento, poner el coche muy por encima de la velocidad permitida o juntarse con ese amigo que le está haciendo entrar en mundos peligrosos. Debemos ser constantes y sin entrar en el agobio o la insistencia, hablar con él cuando sea necesario. De este modo, como si de una semilla se tratase, el pensamiento germinará en él y creará un pensamiento crítico, además de poder proveerles de herramientas y recursos adecuados para afrontar todas estas situaciones.

Otro punto fundamental a destacar es el del modelado, y aquí hablamos de la réplica de conductas vistas o aprendidas en casa. Es importante que seamos su modelo, es decir, no podemos mentir delante de él ni a él. Será más probable que nuestros hijos actúen tal y como han aprendido en casa mediante aprendizaje vicario.

 

 

-P: ¿Qué diferentes tipos de mentira existen? 

 

R: Las mentiras pueden ser por comisión o por omisión de información. El hecho de no dar toda la información de la que se dispone para conseguir un efecto concreto no deja de ser una mentira. Existen muchos adolescentes que usan esto para “limpiar su conciencia” y de este modo no “caer en la mentira”.

De acuerdo a la literatura, los tipos de mentira por comisión que cabrían destacar son los siguientes:

Mentiras piadosas: el emisor miente con la intención de no dañar al receptor. Esto suele hacerse cuando la persona es conocedora de que, diciendo la verdad, va a provocar un mal mayor.

Promesas rotas: Como su propio nombre indica, la persona se compromete a hacer alguna cosa sabiendo previamente que no la va a cumplir o que es poco probable que lo vaya a realizar.

Autoengaño: Consiste en engañarse a sí mismo para minimizar el impacto de la realidad. Ocurre cuando la persona está haciendo (o ha hecho) algo reprobable éticamente o perjudicial para su salud y ha de auto convencerse de lo contrario para preservar su moralidad y valores.

Mentiras de reestructuración: El orden de los factores sí altera el producto. En este caso, el emisor modula el contexto en su beneficio para conseguir un impacto determinado en la mentalidad del receptor. Esta tipología se ve mucho en política, puesto que, sin llegar a mentir abiertamente, condicionan todo el contenido del mensaje.

Mentiras honestas (inconscientes): Se producen cuando se realiza una mentira de manera inconsciente ya que no se sabe la verdad sobre lo que se transmite.

 

 “Si cuando nuestro hijo nos miente le regañamos y castigamos, seguramente lo volverá a hacer para esquivar estas consecuencias”, Jesús Delfín

 

-P: ¿Cuándo debemos preocuparnos ante las mentiras adolescentes? 

 

Desde el primer momento que identifiquemos una mentira, hay que darle la importancia que se merece. Cuando detectemos que nuestro hijo adolescente nos miente, lo principal es comunicarlo, indicarle que hemos visto una mentira y pasarle el testigo para que nos cuente qué ha ocurrido (cediéndole incluso tiempo y espacio para ello). Al hacerlo así, habrá más probabilidad de que nos diga la verdad y estaremos trabajando en la confianza recíproca. Si al detectar una mentira le regañamos y castigamos directamente, muy seguramente vuelva a hacerlo para esquivar estas consecuencias tan negativas para él.

 

 

-P: ¿Cómo corregir a nuestro hijo adolescente que nos miente?

 

Lo primero que hemos de conocer es la función de la mentira, saber por qué nos miente. De este modo, lograremos comprender el por qué y podremos saber cómo abordarlo.

Como ya hemos comentado anteriormente, el notificarle que le hemos pillado la mentira es parte esencial. A partir de ahí, abrir una vía de diálogo en la cual ambos nos sintamos lo más cómodos posible y tratar de identificar la raíz de la problemática. Hemos de darnos cuenta de que la situación del adolescente es muy importante y que la mentira tiene un fin. En la mayoría de las ocasiones, detrás de las mentiras de los adolescentes puede haber una autoestima muy baja, sensación de inseguridad o desconfianza con uno mismo o los demás, problemas de relación con los iguales, dificultades comunicativas… y un largo etcétera. Cuando el adolescente es capaz de reconocer sus problemas y se siente comprendido y recogido por un adulto, estaremos generando confianza recíproca y es mucho más sencillo crear un clima en el que diga abiertamente la verdad.

 

 

-P: ¿Cómo podemos desarrollar una relación de confianza con él? 

 

R: La confianza no se puede imponer, se va ganando poco a poco con el paso del tiempo. Para poder trabajar la confianza, es necesario mostrarle a nuestro hijo cómo un adulto lo hace, creando y demostrando que la mentira actúa en su perjuicio (y en el del adulto) y que puede confiar en nosotros para contarnos lo que necesite, sintiéndose comprendido y entendiendo que hay ciertos hechos que han de tener una consecuencia proporcional y justa.

Los adolescentes cuando se sienten comprendidos y no juzgados, tienden a contar la verdad a pesar de que sepan que lo hayan hecho mal. Por tanto, intentemos no imponer nuestra visión a base de sermones, castigos, aleccionamientos continuos… es mucho más beneficioso trabajar desde la empatía, comprendiendo lo que le está pasando al adolescente y estableciendo unos márgenes y límites seguros para él.

Por último, invito a la reflexión realizando un ejercicio en el que hagamos introspección y veamos si nosotros mismos, como adultos, queremos tener más control del necesario, pensando si necesitamos saber absolutamente todo lo que hace y dice el adolescente, sintiéndose este fiscalizado y entorpeciendo la confianza recíproca. De ser así, cedámosle el espacio suficiente para su crecimiento. Preguntémosle a dónde va al salir por la noche, pero no queramos saber las conversaciones que tiene con sus amigos. Supervisemos el trabajo que hace, pero démosle espacio y tiempo para que lo realice de manera autónoma. Ayudémosle a crecer fomentando el afecto y la comunicación sin privarle de unos límites claros que le guíen en su camino hacia la adultez.

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Carlota Arellano

Carlota Arellano es periodista y social media manager. Otra de sus pasiones es la educación, tiene experiencia con niños de infantil y primaria. Más allá de las formaciones regladas, sigue formándose para estar al día en las últimas tendencias. “Me gusta que me valoren y me recuerden como una persona entusiasta, risueña, empática y apasionada en todo lo que hago, tanto personal como profesionalmente.”

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