Hoy voy a hablarte desde la voz de la experiencia… Desde una madre que estuvo durante casi tres años totalmente equivocada sobre lo que significa respetar a tus hijos.
Cuando me convertí en madre por primera vez se tambalearon todas las creencias que tenía sobre crianza y quise romper con muchos de los patrones educativos en los que yo había crecido.
Así que:
- Hablaba despacio y con calma (casi siempre)
- Explicaba las cosas
- Trataba de razonar
- Acompañaba (como podía) las emociones
- Daba diferentes opciones
- Intentaba tener paciencia infinita
Aunque, no voy a engañarte, era todo pura fachada, porque cuando llegaba la hora de la verdad se hacía lo que yo decía y punto. Preguntaba y daba opciones porque no quería ser autoritaria, pero si no “elegía” lo que a mi me parecía correcto no era capaz de aceptarlo y reconducía la situación. Bien sabes que manipular a un niño es bastante sencillo…
La bimaternidad fue un auténtico huracán que puso patas arriba la maternidad que había vivido hasta ese momento. Un día en el que me desbordé emocionalmente y perdí los nervios mi hija mayor me miró y me dijo: “Mamá me das miedo”. Y esas cuatro palabras me salvaron de seguir viviendo pensado que respetaba a mis hijos.
Respetar a tus hijos
Existen muchas creencias equivocadas sobre lo que significa respetar a los hijos, principalmente porque lo vemos como algo aislado. Es decir, no tenemos en cuenta que para que exista un verdadero respeto tiene que ser en todas las direcciones:
- Hacia el niño
- Hacia nosotros
- Y hacia la situación
Mientras no estén cubiertas todas ellas, habrá faltas de respeto por algún sitio y la situación será difícil de sostener en el tiempo.
El verdadero respeto nace cuando somos capaces de sostener, hablar y llegar a un acuerdo cuando hay una situación que no nos gusta. Y cuando estamos dispuestos a escuchar a nuestros hijos y aceptar sus decisiones (aunque no sean las que nosotros tomaríamos)
Respetar a tus hijos pasa porque entiendas que ellos no te pertenecen: No tienen que ser como tu quieras que sean y no tienen que actuar como tu crees que debe hacerse. No quieras que se desconecten de su propio ser y sentir porque entonces terminarán viviendo una vida que no es la suya.
¿Y esto qué significa? Tengo que dejarles hacer lo que quieran
Rotundamente NO. Esa es una de las grandes creencias equivocadas que se tienen sobre la crianza respetuosa. El respeto a tus hijos no está reñido con los límites y las normas, de hecho son muy necesarios para que los niños crezcan de una forma segura y confiada.
La ausencia de límites es el motivo de la gran mayoría de los conflictos que tenemos a diario, ¿quieres saber cómo conseguir una firmeza amable? Te lo cuento en el artículo Autoritarismo, permisividad y culpa, una baile mortal.
El problema es que pensamos que vamos a encontrar una varita mágica para que la relación con nuestros hijos sea fluida y sin conflictos. Pero la realidad es que cuando tus hijos sienten la seguridad de poder SER ellos mismos, la crianza se complica un poco más.
No me malinterpretes, lo que quiero decir es que es mucho más “sencillo” pegar cuatro gritos y que tu hijo te obedezca sin rechistar, pero ¿qué consecuencias tiene esa obediencia ciega? Que tus hijos desarrollen un espíritu crítico y que sientan la seguridad de poder expresar su opinión hace que la resolución de conflictos no sea tan inmediata.
No olvides que la inmediatez y la educación no son buenas amigas… La educación del aquí y ahora y los resultados inmediatos no enseñan habilidades de vida.
En definitiva, respetar a tus hijos, pero de verdad, significa:
- Saber que no puedes controlarlo todo y que tienes que aprender a soltar. La colaboración es una gran aliada para este punto.
- Entender que tus hijos tienen su propio criterio y aceptar que van a expresar su opinión. Tienen todo su derecho a no estar de acuerdo contigo.
- Escuchar las necesidades de todos los miembros de la familia, entendiendo que habrá prioridades, pero que ninguna es más importante que otra.
- Confiar, confiar y confiar en sus habilidades, en sus decisiones, en sus soluciones… Alentando el camino que supone aprender.
- Dejarles que se equivoquen, sin reproches ni juicios, teniendo como base el aprendizaje que nos brinda estas situaciones.
- Ofrecerles un lugar seguro en donde poder ser ellos mismos y al que poder acudir siempre.
Educar desde el respeto va mucho más allá de dejar de gritar o de no utilizar castigos… Es un viaje que pasa por el autoconocimiento para que puedas aprender, primero, a respetar tu propio SER.
Rosa Rasche Santaolalla, asesora de familias. Formada en psicología infantil y adolescente, gestión emocional, Encouragement Consultant y Disciplina Positiva. Creadora de Embarazo y Crianza (www.embarazoycrianza.com) desde donde ayudo a las familias a encontrar su camino y a vivir una crianza alejada de la culpa y la ansiedad