Cuando se nos plantea la situación de mandar a nuestro hijo o hija a estudiar al extranjero, son muchos los miedos que nos invaden. Hasta ese momento, nuestros hijos no han pasado, seguramente, más de dos noches seguidas fuera de casa y, de golpe, se van a ir a estudiar a otro país donde, a lo mejor, ni siquiera nosotros hemos estado antes. Para que esta experiencia sea un éxito, debemos tenerlo todo atado, y afrontarla con 8 cuestiones muy claras.
Para dar respuesta a estas cuestiones hemos hablado con Carmen Codinach Serra, fundadora de Travel and Tuition, una empresa familiar situada en Barcelona y Madrid, que se dedica hace más de 30 años a la formación académica, el aprendizaje de idiomas y experiencias en el extranjero.
1. ¿Por qué debo enviar a mis hijos a estudiar fuera?
Esta debería ser, sin duda, la primera pregunta que debemos hacernos. Si no lo tenemos claro, ante cualquier imprevisto que ocurra, tendremos siempre en la mente la idea de que nos hemos equivocado mandándole a estudiar fuera. Tenemos que tener muy claros los motivos por los que hemos animado o permitido que nuestro hijo se enfrente y viva esta experiencia. Al margen de los motivos personales de cada familia, hay algunos que son comunes a todas.
Estudiar en el extranjero, además de constituir en sí misma una experiencia personal y formativa altamente provechosa, ayudará a nuestros hijos e hijas a adquirir unas capacidades que facilitarán su posterior incorporación en el mundo laboral y le aportarán una clara ventaja competitiva en el transcurso de su carrera profesional.
“Junto al beneficio de dominar un segundo idioma, la vivencia de un año académico fuera de nuestro país permite al estudiante desarrollar una serie de aptitudes, como: capacidad de integración y de aprendizaje en entornos cambiantes, flexibilidad, apertura de mente ante otras culturas, capacidad de decisión responsabilidad, capacidad de respuesta en un entorno intercultural e iniciativa”, nos cuenta Carmen Codinach.
Todas estas capacidades, denominadas soft skills, son muy valoradas por las consultoras especializadas en la captación de profesionales, por ser especialmente requeridas por las compañías ante la creciente internacionalización del mundo empresarial, tal y como contamos aquí.
2. ¿Está mi hijo preparado para desarrollar esta experiencia?
“Mi experiencia me dice que cuanto más jóvenes vayan a estudiar al extranjero, mejor. ¿La razón? Cuanto más jóvenes son, menos los problemas que tienen para socializar y adaptarse, ya que aún no han llegado a su plena adolescencia”, asegura Carmen Codinach.
“No obstante, son los mismos padres, que conocen bien a sus hijos, con la ayuda de empresas especializas, como la nuestra, los que son capaces de valorar la madurez del estudiante y su capacidad de adaptación a este tipo de programa. Cada estudiante es un mundo, por ello es importante analizar por parte de la empresa/agencia, experta en este tipo de programas, el carácter del candidato. Importante destacar que esta es una decisión que tiene que ser compartida y aceptada entre padres e hijos, ambos tienen que estar preparados para afrontar esta separación”, concluye Carmen.
3. ¿Cuánto tiempo necesito para planificar la organización del programa?
“Siempre se recomienda que sea cuanto antes mejor, evidentemente depende también del tipo de programa. Por ejemplo, un año académico se recomienda que sea aproximadamente unos 10 meses antes, ya que supone más tiempo para organizarlo para la agencia y para que el estudiante empiece a asimilar su experiencia. Un programa corto de verano o durante el año no requiere tanto tiempo, pero cuanto antes se gestione más posibilidades tendrá”.
4. ¿Es recomendable que la experiencia sea en solitario o con otros compañeros o hermanos?
A veces, los padres, pensamos que, si nuestro hijo va acompañado de un hermano o un amigo, se sentirá más seguro. Carmen, en cambio nos recomienda que “la experiencia sea en solitario, es la mejor fórmula para que la inmersión sea completa y eficaz”. No obstante, es una elección que dependerá mucho del estudiante. Se pueden valorar otras opciones, no hay una única válida.
5. ¿Qué destino, tipo de programa es el más adecuado?
Determinar cuál es el mejor país para estudiar en el extranjero es una tarea difícil. Va a depender de muchos factores, de la edad de la estudiante, del idioma que quiere aprender, de la rama que quiere estudiar, ya que los programas no son iguales en todos los países. El precio posiblemente también tenga un valor especial a la hora de decidir. También sus gustos y aficiones son un factor importante.
“Al principio, los padres podemos tener cierta tendencia a escoger un país cercano como primera opción. Nos da seguridad, es inevitable. No es fácil renunciar a la proximidad de nuestros hijos. Destinos como Inglaterra o Irlanda parecen siempre más asequibles de cara a compensar la ausencia con la aparente tranquilidad que puede darnos tenerlos a sólo un par de horas de vuelo, pero ojo: La distancia no debe ser el único factor a considerar. Los hay de mayor peso: la calidad de la enseñanza, los períodos de descanso que hay a lo largo del curso, la cantidad de estudiantes españoles y, como no, el alojamiento. Entonces, ¿cuál es el mejor destino para estudiar en el extranjero? He aquí la gran pregunta. Cada estudiante es diferente” nos recuerda Carmen.
En este artículo: ¿Cuál es el mejor país para estudiar un año escolar en el extranjero?, Travel and Tuition hace una comparativa de las ventajas y desventajas de los 4 destinos más demandados: Canadá, EEUU, Irlanda y Reino Unido. Si tienes dudas, leyéndolo las resolverás.
6. ¿Suelen adaptarse bien los estudiantes a la nueva situación?¿Cuáles son las dificultades más frecuentes de adaptación?
Hay algo obvio, irse a estudiar fuera de casa, al extranjero, es un gran cambio, por tanto, es de entender que hay un tiempo de ajustes y adaptación lógico y natural en este tipo de experiencias. Pueden ser dos, tres o cuatro semanas y lógicamente dependerá de la personalidad del estudiante. La adaptación al estilo de vida en otro país pasa por una serie de etapas y es conveniente estar advertido de antemano de que se trata de un proceso absolutamente normal.
“Al principio, tu hijo vivirá algunos momentos de cierta frustración y desánimo, se puede encontrar perdido al no entender bien el idioma o puede sentir el deseo de volver a casa porque echa de menos a la familia a los amigos. Estos sentimientos son consecuencia del choque cultural. El choque cultural viene motivado por la experiencia de vivir otra cultura donde los valores, las costumbres, las normas de comportamiento, el horario, las comidas, son diferentes de aquellas de aquellas a las que el estudiante está acostumbrado. La dificultad con el idioma puede ser uno de los factores más importantes que contribuyen al choque cultural. Pero, una vez pasa el periodo de adaptación, el estudiante empezará a disfrutar de la experiencia”, nos explica Carmen.
7. ¿Podemos ayudar los padres para que esta experiencia sea un éxito?
Por supuesto, además de cerciorarnos de que nuestro hijo completa la solicitud a tiempo, tramita o renueva su pasaporte, y cuenta con todas las visas necesarias, también podemos ayudarles en los aspectos emocionales y físicos que conlleva la inminente experiencia de estudiar en el extranjero.
“Prepararse para un viaje de estudios en el extranjero implica mucho más que seleccionar el programa, comprar el billete de avión, y despedirse de los amigos y familiares. Podemos ayudar a nuestro hijo a investigar sobre el país, la cultura y la gente del país de destino, a fin de adquirir la información y los conocimientos necesarios para hacer de su viaje una experiencia exitosa. Además, debemos mostrarnos tranquilos, seguros y felices de la experiencia en la que se va a embarcar nuestro hijo. Si él nos ve nerviosos o dudando, no le estaremos ayudando en nada” nos indica Carmen.
8. ¿Con qué empresa contratamos la gestión de la organización del programa?
Hay que dejarse asesorar por auténticos profesionales, es decir empresas legalmente constituidas que se dedican de forma profesional a esta actividad. Verificar si la agencia cuenta con una garantía de calidad que defina los requisitos exigibles a los promotores de cursos de idiomas y los niveles de calidad de todos los servicios relacionados: La norma Aseproce.