Nos hizo pensar. Nos dijo que cuanto menos habla un niño “más hay que escucharlo”. Nos hizo llorar. Nos contó que cuando una alumna ha vivido un desahucio, un maltrato o bullying su boca se calla, pero sus ojos hablan, y que tenemos que convertirnos en “expertos en leer miradas”. Nos puso reivindicativos. Nos recordó que las leyes educativas se parecen más a “venganzas electorales” y que educar no es algo curricular. Pero, sobre todo, Manu Velasco nos tocó el corazón con sus palabras. Con lo que nos dijo su boca y con lo que nos dijeron sus ojos. Y eso solo lo hace un Maestro con mayúsculas, un maestro “con los pies en la tierra y la cabeza en las estrellas”, como le gusta definirse.
Fue el encargado de poner el broche de oro a nuestro evento de Educar es todo, del pasado mes de noviembre en el Teatro Lope de Vega de Madrid.
Las mejores pautas para educar
Manu Velasco nos quiso dar esas claves que se resumen en una: los ojos de los alumnos. “A veces nos obligan a elegir la otra ‘P’, la de los papeles. Pero no la elijáis. Porque esta nueva ley educativa nos ha obligado a elegir entre las dos ‘P’, personas o papeles. Si quedan 20 actividades sin hacer, quedan eso, 20 actividades sin hacer, pero si tienes 20 ojos sin mirar tienes 10 corazones sin atender. Tú eliges”.
“Si tienes 20 ojos sin mirar, tienes 10 corazones sin atender. Tú elijes”.
Este docente todoterreno originario de León insistió en que dejemos de empeñarnos en depositar conocimientos y desarrollar competencias en los más pequeños, “que es lo que hay que hacer y está muy bien porque es lo que fundamenta nuestro trabajo”, porque muchas veces se nos olvida que para llegar ahí hay que llamar antes “en la puerta de su corazón”.
“Educar es algo más emocional que curricular, y la persona está por delante de todo. Tenemos que dar valor a la persona”.
Tirar piedras sobre el tejado de la escuela
No se olvidó Manu Velasco de las familias y de su importancia en el contexto educativo. Él, que es padre y maestro, ve la situación desde los dos lados de la barrera y por eso es consciente de que todo lo que la escuela tire sobre el tejado de las familias “va a caer sobre sus alumnos”, y todo lo que las familias tiren sobre el tejado de la escuela lo hará “sobre sus hijos”. Así que nos invitó a remar a todos juntos en la misma dirección. “No nos queda otra”.
La empatía no es “tú ven para acá que yo voy para allá”
La empatía, para Manu Velasco, nada tiene que ver con la traslación, es decir, con el “tú ven para acá, que yo voy para allá”. La empatía es “pensar con otros cerebros, ver con otros ojos, escuchar con otros oídos, hablar con otras bocas, sentir con otras pieles y tocar con otros corazones”. El maestro nos animó durante su ponencia final a no juzgar a las familias porque no sabemos la mochila que tienen. ¿Y cómo lo hacemos? Intentando centrarnos en lo positivo y no en lo negativo. “Si miramos a todas las familias y alumnos y solo vemos el defecto, quizás el defecto lo tengamos nosotros”.
“Si miramos a todas las familias y alumnos y solo vemos el defecto, quizás el defecto lo tengamos nosotros”
El problema de las TIC
Aunque se centro en las ‘otras TIC: ternura, interés y cariño’, el castellanoleonés quiso hacer hincapié en las nuevas tecnologías. “Estamos muy preocupados por cómo nuestros niños las utilizan, y muy poco preocupados por cómo nosotros las estamos utilizando: como aparcaniños, como apaganiños. Y de verdad que los estamos apagando”. Porque no se trata de demonizar las pantallas, de hecho son “un tren maravilloso, que nos puede llevar a cualquier lugar”, pero esas vías que sostienen al tren han de llamarse siempre, según el propio Manu, “pedagogía”. “La tecnología está al servicio del aprendizaje, nunca al revés. Puedo generar mucho aprendizaje con tecnología, pero también con una tiza y mi conversación”.
