¿Cómo consigo que mi hijo haga las tareas solo y se esfuerce más?

Si a tu hijo le cuesta hacer los deberes solo, tenemos la solución. ¡Atento a estos tips!

Que levante la mano quien no haya estado pendiente de su hijo porque no se ha puesto a hacer los deberes, necesite de la ayuda de adultos para hacerlos o que incluso no tenga interés ni ganas por hacerlos.

Es una realidad que hacer las tareas resulta incómodo y aburrido, pero forma parte de las responsabilidades que tienen. En uno de los vídeos de Maite Vallet de nuestra plataforma, “Enseñar, no dar órdenes”, habla del hecho de repetir en numerosas ocasiones lo que tienen que hacer. Se acostumbran a actuar a la tercera vez que se lo repiten. El papel como adultos es enseñarles que son capaces y, por supuesto, cómo organizarse para conseguir alcanzar esos hábitos.

Confiar es la clave del éxito

¿En qué confuso momento las madres y padres os habéis convertido en las agendas de vuestros hijos? La responsabilidad de sus estudios es suya, de nadie más. Por supuesto, al inicio de su andadura como estudiantes deben tener apoyo por vuestra parte, pero con el único objetivo de enseñarles a organizarse e ir adquiriendo autonomía poco a poco.

¿Qué pasaría si pruebas algo distinto a lo que estás haciendo? Ahora mismo sientes que tu hijo tan solo es capaz de ponerse a hacer los deberes o estudiar si tú estás detrás de él, ¿y si dejas de hacerlo?, ¿qué pasará?, ¿y si le das la libertad y el espacio para que sea responsable y confías en él para que lo haga? Dedica un minuto a entrar en el mundo de tu hijo y reflexionar cómo se siente cuando estás sobre él continuamente, qué hay detrás de ese comportamiento.

A veces solo se necesita estar presente y escuchar lo que otra persona tiene que decir, sin juicios, solo escuchando.

Algunas pautas interesantes para conseguirlo podrían ser:

  1. Haz preguntas con “qué” y “cómo”. Además de asegurarte de escuchar la versión de tu hijo.
  2. Aborda la situación de manera positiva, por ejemplo, “debe ser importante para ti mejorar en la escuela si eres capaz de ponerte un rato a estudiar para lograr tu objetivo, ¿cómo te ayuda o perjudica esto a largo plazo?”.
  3. Fomenta la búsqueda de soluciones, a qué te comprometes tú y por supuesto, a qué se compromete él. También pactar las consecuencias lógicas de su falta de compromiso. Si crees que no se está cumpliendo, no pasa nada, volved a sentaros y hablad sobre ello. Es un ciclo abierto, no algo rígido.
  4. Puedes proponer una reunión con los profesores, pero que en esta ocasión esté tu hijo o hija presente. Será más efectivo si él está para ayudaros a comprender el problema y trabajar juntos en las soluciones. Sugiere que el tono no es buscar culpables, sino buscar soluciones de manera conjunta. Generalmente los niños saben lo que sucede y se sienten más responsables cuando hablan que cuando se les habla. Pero lo más importante: asegúrate también de hablar sobre todo lo bueno que tiene.

En el caso de empezar a reducir la presencia del adulto para hacer las tareas, puedes tener en cuenta las siguientes propuestas:

  • Explícale que le vas a seguir ayudando, pero de forma temporal. No especifiques el tiempo, pero sí ve dejando espacio para que sea él o ella quien vaya teniendo más autonomía. Dedica tiempo a explicarle cómo debe organizarse, qué horas son las más adecuadas, etc.
  • Lo más importante: ¡cúmplelo! Deja que aprenda, que se equivoque. Es difícil y seguramente pondrá resistencia, pero confía y cumple lo que has prometido. Tu actitud debe ser de total confianza, aunque no haya garantías para ello. Repita continuamente mensajes como: “Confío completamente en ti”, “Sé que lo conseguirás, yo estaré a tu lado”.
  • En el caso de que suspenda un examen, céntrate en la solución. Juntos podéis buscar soluciones y hacerle ver por sí mismo cómo conseguirlo. Puedes utilizar preguntas como: ¿qué vas a hacer para el próximo examen?, ¿crees que deberías cambiar algo en tu método de estudio para el siguiente?, ¿si hubieras hecho los deberes te habría ayudado?

Hacer los deberes solos, estudiar, es una maravillosa oportunidad para que desarrollen su autonomía, para que maduren. Fallarán y ganarán por el camino, pero con la convicción de saber que son dueños de sus decisiones.

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Silvia Sánchez Ovejero

Como educadora infantil y pedagoga pasé toda mi infancia jugando a ser maestra, me fascinaba la idea de ser un referente para alguien y preparar mis clases. Años después, ese rol pasó a ser realidad. Desde ese momento sentí la necesidad de compartir con el mundo todas mis ideas, porque la educación, si no se comparte, no llegará a ser transformadora. Ser maestra implica ser todas las versiones que necesitan cada uno de tus alumnos para hacerles ver quiénes son y quiénes podrán llegar a ser.

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