¿Debemos esperar algo de nuestros hijos?

Es evidente que nosotros debemos ofrecerles a nuestros hijos todo aquello que consideremos que es bueno para ellos, pero no te olvides de que, por encima de todo, nuestros hijos deben aprender a elegir por ellos mismos.

Expectativas… qué malas pueden ser a veces, ¿verdad? Sobre todo cuando están basadas en algo que aún no existe ni conocemos. Cuántas veces hemos imaginado cómo queremos que sea nuestro hijo; cuántos anhelos tenemos sobre ellos; cuántas veces hemos pensado en que nos gustaría que fueran o cuál va a ser el trabajo ideal para él o ella, qué pareja la más adecuada…

Sí, de acuerdo, todos los padres del mundo queremos que nuestros hijos sean felices, pero…, ¿pensamos que ese camino hacia la felicidad puede ser distinto al que nosotros tenemos planteado para ellos?

Y aquí es cuando te reconozco que la pregunta del artículo es errónea (lo sé, la he escrito yo, disculpa mi insensatez). Te propongo hacer un esfuerzo vital para cambiar la pregunta que planteo hoy. Creo, sinceramente, que la cuestión que debemos hacernos es ¿qué padre o madre necesita mi hijo que yo sea? Y si la formulo así, esta pregunta nos lleva directos a preguntarnos “¿quién soy?” y a “¿qué puedo ofrecer a mis hijos para acompañarlos en ese camino hacia la felicidad?”.

Es evidente que nosotros debemos ofrecerles a nuestros hijos todo aquello que consideremos que es bueno para ellos, pero no te olvides de que, por encima de todo, nuestros hijos deben aprender a elegir por ellos mismos. Y no te esperes a trabajar eso cuando tenga 15 años, por favor.

¿Cómo? ¿Mi hijo de 3 años puede aprender a elegir por él mismo? Pues, aunque te parezca mentira…, sí. Si quieres en otro artículo te explico cómo. Ahora quiero hablarte de ti y de mí. De nosotros como padres y madres que somos.

“Deja de generar expectativas sobre tu hijo y empieza a generarlas sobre ti como padre o madre que eres”.

Hoy te escribo para decirte que dejes de generar expectativas sobre tu hijo y empieza a generarlas sobre ti como padre o madre que eres. Te repito la pregunta ¿qué padre o madre necesita mi hijo? Esta pregunta es revolucionaria, no te lo niego, pero necesaria. Y me gustaría que entendieras la intención que tengo con esta pregunta, que no es otra que la de provocar una reflexión sobre lo que les mostramos a nuestros hijos. Hay unas preguntas que quiero que sirvan de “test” y nos ayuden a situarnos.

 

  • ¿Eres de los de disciplina severa y mucho control?

“Esto lo haces porque yo te lo digo”

“No le hables así a tu madre”

“Enséñame la agenda” …

 

  • ¿Eres de los cariñosos sin límites? ¿Súper protector y poca firmeza?

“No pasa nada, cariño, seguro que lo has hecho sin querer”

“No te subas ahí que te vas a caer”

“Nunca me hace caso, ¿por qué será?”…

 

  • ¿Eres el eterno ausente en casa? ¿Eres de los que dices “no” y seguidamente “sí”? “Si suspendes, no vienes de viaje (suspende y vais de viaje)”

“¿Papá llegará para la cena?”

 

  • ¿Eres de los que equilibras el cariño con la firmeza? ¿Estás implicado con la educación de tus hijos? ¿Ves a la familia como un equipo?

“¿Cuál crees que es la solución a este problema?”

“Sé que te arrepientes por haberle roto el libro a tu hermano y eso está muy bien y dice mucho de ti, pero sabes que habrá una consecuencia, ¿verdad?”

 

Debes tener en cuenta que muchas veces, frente a una acción de nuestros hijos, no esperan que les digamos lo que tienen que hacer, sino guiarlos hacia el camino adecuado. Y eso, tantas veces, no es darles una respuesta a lo que han hecho, sino formularles una pregunta adecuada que les ayude a reflexionar, por ellos mismos, cuál es SU camino, no el nuestro. Y, sí, tengan la edad que tengan. Simplemente hay que formular esa pregunta en el formato adecuado según la edad.

Entonces, ¿qué? ¿Te animas a preguntarte qué de ti debes regalarles a tus hijos cada día? Porque yo creo que ahí es donde debemos poner nuestra energía y nuestras expectativas con respecto a nuestros hijos. No tanto en esperar de ellos algo, sino en ofrecerles lo mejor de nosotros. Nuestra mejor versión. Cada día.

¿Agotador? ¡¡¡Sí!!!

¿Tiene sentido? Todo el del mundo.

¿Vale la pena? No te lo puedes ni imaginar.

No sabes las sorpresas que te esperan si eres capaz de aprender a mantener un diálogo abierto con tu hijo desde bien pequeñito, adecuado a su edad y a su ritmo.

“Nosotros no somos los dueños de la vida de nuestros hijos, pero sí los ‘guardianes’ de su felicidad vital.

Y, sobre todo, debemos asumir que nosotros no somos los dueños de la vida de nuestros hijos, pero sí los “guardianes” de su felicidad vital. Por eso debemos ofrecerles las alternativas que consideremos oportunas, pero no desde el “tienes que”, ni desde el “todo es válido”, sino desde ese punto intermedio que te está esperando dentro de ti, el foco maravilloso que va a permitir que tu hijo sepa elegir por él mismo y dando respuesta a lo que es y puede llegar a ser.

Y si a estas alturas de este artículo te estás preguntando por dónde empezar, me atrevo a darte alguna pista por si sirve…

  • Nuestros hijos son únicos e irrepetibles y así es como necesitan sentirse. Te animo a que el tiempo dedicado a cada uno de tus hijos sea para descubrir esa autenticidad y a mostrársela.
  • Necesitan sentirse seguros (como tú y yo, no te olvides), así que busca esa forma de relacionarte con ellos en la que se lo transmitas. Ojo, recuerda que la súper protección no es signo de seguridad, sino todo lo contrario.
  • Deja que hagan cosas por ellos mismos. Necesitan sentirse parte “productiva” de este mundo. Enséñales a compartir y ponerse al servicio de los demás.
  • Ayúdales a ir vislumbrando su proyecto vital. Sí, desde pequeñitos, a su nivel, no te olvides.
  • Rompe con la monotonía de vez en cuando. Salir de los planes establecidos nos ayuda a la adaptabilidad y a la proactividad.
  • Alimenta tu relación con ellos cada día. Que sienta, piense y pueda demostrar que lo quieres con todo tu ser. Y eso pasa por ser exigente en la medida adecuada y flexible cuando toque. Ayúdale en las relaciones con los demás para que pueda rodearse de personas que le permitan ser mejor día tras días.

¿Ahora entiendes por qué la pregunta no es qué va a ser él, sino que puedo ser yo para él, HOY? Ser padres es un camino constante de reconciliación con nuestros fallos para poder ofrecerle a nuestros hijos el mayor de nuestros aprendizajes. Amar a nuestros hijos pasa por aceptarlos tal y como son y ayudarles a mostrar su mejor versión. Para ello…, sí…, debes aceptarte y ofrecer tu mejor versión.

¿Te animas?

 

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Javier Luna

A lo largo de más de 15 años he dirigido centros educativos y he participado en la formación a profesores, directivos y familias.

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