Seguro que muchos de vosotros habéis probado los filtros que las diferentes redes sociales nos proporcionan. Si es así, habréis visto que algunos de ellos hacen la cara más delgada, corrigen las imperfecciones, nos proveen de un color de piel distinto o incluso nos proporcionan múltiples estilos de maquillaje… infinidad de posibilidades que nos permiten vernos más “guapos” en nuestras fotos y vídeos. Pero ¿nos hemos parado a reflexionar sobre el efecto que estos filtros pueden tener en nosotros? Y, por supuesto, ¿en nuestros hijos e hijas?
Ver una versión “mejorada” de nosotros mismos en nuestras redes sociales puede generarnos grandes frustraciones, al fin y al cabo, esa persona que aparece en la pantalla no somos nosotros, sino un ideal que difícilmente podamos llegar a conseguir. Y si para nosotros, que ya somos adultos, esto puede tener un efecto muy perjudicial, imaginaos cómo puede influir en el cerebro de nuestros hijos e hijas que se encuentran en una época de cambios, inseguridades, búsqueda de la aceptación de sus iguales, etc.
Qué es la dismorfia de Snapchat
Lo que a priori puede parecernos inofensivo, e incluso gracioso (¿quién no se ha echado unas risas viéndose con unas orejitas de perro o con unas monísimas pecas en el rostro?), puede devenir trastornos psicológicos como la ya conocida “dismorfia de Snapchat”. Este término está relacionado con una afección de salud mental llamada Trastorno Dismórfico Corporal (TDC) que, como nos explica el psicólogo Santos Solano, provoca que se haga “una sobrevaloración de un defecto físico percibido por la persona. Pero este defecto no es objetivo, es decir, no genera ningún tipo de interferencia real en el día a día de la persona, sin embargo sí que lo genera a nivel de ansiedad, del malestar que le provoca, de la evaluación que repite a lo largo del día esa persona (mirarse en el espejo continuamente, intentar buscar en internet cómo solucionarlo…), etc”. El término dismorfia de Snapchat, por lo tanto, haría referencia a que la fuente de origen de este malestar, de este trastorno, “puede venir del uso de determinadas redes sociales”, aclara Santos Solano.
Aunque en España no esté tan extendido el uso de Snapchat, sí que es muy frecuente en otros países como por ejemplo Estados Unidos. Pero debemos tener en cuenta que, aunque hablemos de “dismorfia de Snapchat”, el término no se limita al uso único de esta app, pues como ya sabemos estos filtros están disponibles en otras redes sociales como Instagram o TikTok, por ejemplo.
De hecho, echadle un vistazo al vídeo de este joven que, como muchos otros, se han sumado a la tendencia de mostrarse con y sin filtros:
@soyestebanvalencia Pido perdón 🤥 volví a tiktok 🐥 (a esta hora nadie lo ve) 12:15 am 🛐 #fypシ
Dismorfia de Snapchat y operaciones estéticas
Este trastorno está llevando a muchos jóvenes a no conformarse con los filtros y a querer pasar por el quirófano. En España se producen 400.000 operaciones estéticas al año, y cada vez son más las personas que acuden a especialistas para intentar parecerse a ese yo idealizado de las redes sociales. Tanto es así que la Asociación Española de Cirugía Estética Plástica (AECEP) dedicó una mesa al tema en su convención celebrada en 2019 en Madrid:
“Hay un incremento de interés por parte de los adolescentes en todo lo relacionado con su cuerpo”, explica la doctora Marisa Manzano, experta en cirugía para adolescentes, en la rueda de prensa para medios para introducir el por qué de esta mesa. Con las redes sociales, explica la doctora Manzano, “los adolescentes tienen la posibilidad de dar una imagen de lo que a ellos les gustaría ser y de cómo les gustaría ser y, en ocasiones, quieren que su identidad real se asemeje cada vez más a su identidad digital”.
Los ideales de belleza y sus efectos psicológicos
Aunque han ido variando dependiendo de la época, los cánones estéticos siempre han existido. Como explica el psicólogo Santos Solano, “tenemos que entender que si existe a nivel cultural un ideal del cuerpo perfecto, lo que nosotros hacemos a nivel psicológico es interiorizarlo. El punto de inicio de la interiorización y cuando más peso tiene es durante la adolescencia. Luego, una vez lo hemos interiorizado, lo que hacemos es compararnos, lo que genera mayor satisfacción o insatisfacción y, entonces, ponemos en marcha conductas para intentar acercarnos a ese ideal”.
La diferencia entre los cánones de belleza de otras épocas con respecto a los actuales reside en que antes “solían ser ideales bastante lejanos: una modelo, un actor, etc. Pero desde la inclusión de las redes sociales, los ideales de belleza son más cercanos, parece que esa persona perfecta tiene una cuenta igual que tú, y te puedes aplicar filtros que te acerquen más a ese ideal… Por lo tanto, sabemos que los niveles de malestar referidos al cuerpo están aumentando en la actualidad”.
Pensamiento crítico y autoestima para prevenir problemas emocionales
¿Podemos evitar que las redes sociales y los filtros dañen la autoestima de nuestros hijos? La respuesta de Santos Solano a esta pregunta es clara: “Lo que más previene este tipo de problemáticas de carácter emocional es lo que llamamos actitud crítica, es decir, saber qué hay detrás de lo que yo estoy consumiendo. Lo que ocurre es que muchas veces padres y madres no tienen esa capacidad porque nadie les ha enseñado y porque también son víctimas del ideal estético”.
El psicólogo continua añadiendo que “el objetivo no es dejar de usar las redes sociales, sino poder utilizarlas sabiendo que son un producto”. Para ello, madres y padres deben saber identificar lo que hay detrás de las redes y hablar de ello con sus hijos, de la misma manera que lo hacemos cuando, por ejemplo, vemos una película de acción o anuncios que no representan la realidad, como explica Santos Solano.
Otro aspecto importante que debemos trabajar es, sin duda, la autoestima. Muchas personas creen que pueden solucionar estos complejos que tienen con operaciones estéticas. Sin embargo, Santos Solano recuerda que “estamos hablando de un problema emocional: el malestar, la sobreevaluación y el intento de cambio son en sí el problema. Entonces, cuando haces el cambio físico al principio te puedes sentir bien, pero luego vas a continuar con esas conductas de sobreevaluación y control, y va a volver el malestar”.
En definitiva, fomentar el pensamiento crítico y ayudar a nuestros hijos e hijas a forjar una autoestima sana contribuirá a la prevención de este tipo de problemas emocionales. Por eso es muy importante que no olvidemos esta gran reflexión con la que concluye Santos Solano: “Si yo tengo un problema económico y me ofrecen una dieta o una cirugía estética, yo diría: no va a funcionar. Sin embargo, cuando tengo un problema emocional y me ofrecen una dieta o una cirugía estética, nuestra cultura sí que nos ha enseñado que el cuerpo perfecto es igual a éxito y felicidad, lo cual es mentira”.