Las comidas con nuestros hijos e hijas pueden convertirse en uno de los momentos más estresantes del día a día. Como padres y madres, cansados y agotados tras todo un día, la cena con los niños y niñas se nos hace cuesta arriba. No quieren comer lo que les ponemos en la mesa, lloran y se enfadan porque no les gusta la comida, no vienen ni a la mesa porque están viendo sus dibujos animados preferidos…
Ante estas situaciones, solemos usar herramientas antiguas que no acompañan a la educación que queremos dar a nuestros hijos: los gritos, las amenazas, los castigos por no comer… A veces se nos hace imposible no usarlos para conseguir que nuestro hijo coma. Alrededor de la mesa cometemos ciertos errores con nuestros hijos que influyen en las actitudes que asumen ellos y que también adoptamos nosotros. ¿Cuáles son y cómo podemos evitarlos para no caer en esos gritos que no queremos pronunciar? Amaya de Miguel, mentora de familias y creadora de ‘Relájate y educa’ nos da las claves en el curso ‘Rabietas y límites desde el respeto’ al que podéis acceder a través de este enlace.
1. Obligarles a comer
“Una cucharadita más” “Si no te lo comes ahora, te lo saco en la cena” “Hasta que no te lo comas todo, no te levantas de la mesa”. Amaya de Miguel nos recuerda que a través de estas frases les estamos obligando a nuestros hijos a comer, plantando en ellos una semilla perjudicial sobre malos hábitos alimenticios. “Hay niños que se llena con un garbanzo y hay otros niños que se llenan con un cocido”, señala la experta. Son ellos quienes saben cuánto quieren comer, no nosotros. Ellos deben comer lo que quieren hasta cubrir su necesidad de hambre. Podemos invitarles a que prueben algo que quizás no les guste, pero nunca debemos obligar.
2. Chantajear o premiar con la comida
“Si comes un poco de brócoli, te doy el postre” “Termínate lo que está en el plato y te dejo ver los dibujos animados”. Aquí estamos chantajeando y premiando a nuestros hijos para que coman lo que nosotros queremos. En vez de valorar el propio acto de comerse el brócoli, nuestros hijos van a valorar más el premio que hay después. “El día que no haya premio, no se va a comer la verdura”, añade la experta. Con la verdura tenemos muchos problemas las familias. Amaya tranquiliza y recuerda que si vemos que nuestro hijo está sano, no hay ningún problema porque en un momento de su vida no coma x verduras. Seguramente, más adelante las tolerará y las comerá. No les forcemos. Si vemos que les gusta x verdura, ofrezcámosles esa verdura, no aquellas que no les gusta su sabor o textura.
3. Convertir nuestra casa en un restaurante
“Ay, no te gusta esta comida, ¿qué quieres que te haga?”. A veces cedemos ante los deseos de nuestros hijos y convertimos nuestra casa en un restaurante a petición de cada uno de los miembros de la familia. Nosotros decidimos qué sacamos a la mesa, somos los líderes en la familia y como tal, nosotros decidimos qué comidas se comen cada día, no podemos estar todos los días pendientes de las peticiones de cada uno de los miembros. Sin embargo, como líderes debemos ofrecer comida que sabemos que toleran o al menos ofrecerles esa comida y otra que puedan tolerar dentro del mismo grupo, por ejemplo, de verduras. Si no les gusta el brócoli, pero les gusta la zanahoria rallada, podemos ponerlos ambas verduras para que ellos escojan.
4. Hablar de cuánto come nuestro hijo
“Ay, hijo, hoy no has comido nada” o “Ay, hoy te lo has comido todo, qué bien”. Hay que intentar no hablar de lo que comen, porque ponemos mucha presión emocional en la comida. En lugar de comer para alimentarse, corren el riesgo de que la comida sea lo que hacen cuando estén mal, cuando estén tristes y se puede tender en un futuro a trastornos de la conducta alimentaria.
Como padres y madres hablamos sobre cuánto come nuestro hijo porque como mamíferos, tal y como explica Amaya, nos preocupamos y tenemos la necesidad de protegerles y de que sobrevivan. Sin embargo, ellos saben cuánto necesitan comer. Y si no comen en el momento de la comida, se quedarán con hambre y lo podrán tomar a la hora de la merienda. Como remarca la experta, “ellos eligen cuánto comen de cada cosa”.