“Hija, no soy tan generoso como tú”

¿Debemos ser sinceros con nuestros hijos? Creo que es lo que ellos y nosotros nos merecemos.

Hija, no soy tan generoso como tú”, es la frase que Julián, un padre de dos hijas y un hijo, utilizó para decirle a su hija de veintidós años que él no se sentía preparado para acompañarle a un voluntariado en la India.

C., la hija de Julián, es una joven inquieta, deseosa de contribuir, de no quedarse con los brazos cruzados aguardando que otro venga a solucionar los problemas. Es una sí-sí (sí trabaja y sí estudia), además hace voluntariado, es simpática y agradable. Durante el curso pasado ahorró dinero para poder pagarse un viaje a la India para colaborar con una ONG que opera en las zonas más deprimidas del gigante asiático. Sabía que iba a ser una experiencia dura y gratificante de la que hizo partícipe a su padre: “Papá, ¿y si te vienes tú también?“.

Julián podría haber optado por argumentar que tenía trabajo (lo cual era cierto), que era más para gente joven (también es verdad), “no quiero dejar a mamá sola con la peque” (la pequeña de la casa llegó sin preverlo y tiene 10 años), pero el padre optó por la sinceridad, por decirle a su hija lo que realmente le impedía acompañarla a la India. Se trataba de un viaje donde solo cabe estar pensando en los demás, sacrificar comodidades, tiempo, dinero, estar al servicio del resto… Se trata de dar sin esperar ‘nada’ a cambio, o esperarlo ‘todo’ en forma de recompensa por ayudar y compartir lo que uno tiene con los que nada poseen.

Se trata de dar sin esperar ‘nada’ a cambio

“Hija, no soy tan generoso como tú”, le dijo Julián a su hija. Esa manifestación espontánea de sinceridad expresa reconocimiento por la iniciativa y bondad de su hija, el auto reconocimiento de sus propias limitaciones. “En esta virtud -la de la generosidad-, soy inferior a ti, te lo digo y me muestro sin tapujos ni artificios, con la verdad por delante”, podría ser el mensaje implícito de Julián a su hija que tanto le admira.

Cuando Julián me contó este episodio lo hizo sin darle importancia, con su sempiterna humildad que tanto nos cautiva a los que le conocemos y queremos. Fui yo quien, durante un almuerzo, reparé en el enorme valor de su relato y esa frase “hija, no soy tan generoso como tú” que, aparentemente, le dejaba mal delante de su hija (si no es tan generoso significa que es más egoísta), pero que le convierte en un padre asombroso por su autenticidad y naturalidad por mostrarse como es.

La gente débil no puede ser sincera”, dicen que escribió el escritor, militar, filósofo y político francés, La Rochefoucald. Julián es humilde, un excelente padre, amigo y persona. Es inmensamente tolerante y de fuertes convicciones en lo que respecta al bien y el mal, el que todos sabemos y reconocemos como bien y mal.

Podemos ser sinceros, humildes, tolerantes y fuertes. Merece mucho la pena que lo intentemos.

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Leo Farache

Nacido en Madrid, de la añada del 63. Su vida profesional ha estado ligada al mundo de la comunicación, gestión, marketing. Ha dirigido algunas empresas y escrito tres libros (“Los diez pecados capitales del jefe”, “Gestionando adolescentes”, “El arte de comunicar”). Ha ejercido de profesor – “una profesión que nos tenemos que tomar todos más en serio” – en la Universidad Carlos III, UAM y ESAN (Lima) en otras instituciones educativas. Es padre de tres hijos y ha encontrado en la educación su elemento. Fundó en 2014 la empresa Educar es todo desde donde opera esta iniciativa cuyo objetivo es ofrecer ideas e inspiración educativa a madres y padres que quieren saber más para educar mejor.

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