Acaba de ganar dos Goyas (a la mejor canción por “Que no, que no” para Rozalén y a la mejor actriz de reparto para Nathalie Poza). La boda de Rosa, dirigida por Icíar Bollaín y encarnada por Candela Peña, es una película que encierra una reflexión muy necesaria para romper con la idea de la maternidad abnegada y siempre disponible. Como señala su directora Icíar Bollaín en una entrevista para El País, “Rosa está diluida, volcada en ayudar, agradar; es la Cuidadora, con mayúsculas, cuando nunca se ha cuidado a sí misma”. Hasta un día en que Rosa, siempre disponible para los demás, se compromete consigo misma para cuidarse y ponerse en primer plano.
Aquí podéis ver el tráiler:
El autocuidado es vital para el bienestar familiar
Como nos decía Maite Vallet, “desvivirse” no ayuda a los hijos. Los hijos necesitan alguien lleno de vida que les enseñe a vivir. No alguien que renuncie a su propia vida por los hijos, y que les pase factura por haber dejado de vivir. Los padres que se desviven transmiten a sus hijos: “Yo no pude realizar mi proyecto de vida por ti, ahora te toca a ti prescindir del tuyo por mí”. Basar la vida en la renuncia y el sacrificio convierte al ser humano en un ser negativo y frustrado, un ser que se queja y culpabiliza”. Bei Muñoz, responsable de Tigriteando, también nos dejó claro que “no vas a poder cuidar sino te cuidas tú primero”.
María Soto, de Educa Bonito, nos pide que prestemos atención a las señales. Si perdemos a menudo la paciencia “a veces es un aviso de que necesitamos parar, coger aire y hacernos la siguiente pregunta ¿Estoy bien? Debemos ser conscientes de que no son nuestros hijos los que nos hacen perder la paciencia, sino muchas veces la falta de autocuidado, que nos hace ponernos en segundo plano, «exprimirnos» para luego «saltar» ante un momento de tensión”.
Autocuidado es parar y escucharse
Cuenta Icíar Bollaín en la entrevista en El País que “hay un momento en la película, que me emociona mucho, y es cuando ella escapa en coche de su entorno, llega a la sastrería y se encierra allí en su mundo más íntimo. Deja que salte el contestador, el tiempo se para y Rosa se escucha por fin, se pregunta qué quiere. Todos deberíamos de hacernos esta pregunta. Puede que no podamos cambiar radicalmente, pero al menos sí tenemos que saber lo que nos gustaría”. “Hay muchas Rosas entre nosotros y todos somos un poco Rosa. Aprender a saber lo que uno quiere y no renunciar a ello es una asignatura difícil de aprobar y a veces no se consigue en toda la vida”, señala en otra entrevista para Fotogramas. Por eso la directora cree que esto podría cambiar con la educación, como señala en otra entrevista para La Vanguardia: “Aprender a oír nuestra voz debería ser de primero de EGB. Pero, como no es así, lo que ocurre es que en cuanto surge la discrepancia con lo que nos viene impuesto tendemos a pensar que no tenemos razón, que estamos tontos y debemos seguir lo que nos dicen”. Además de que no nos han enseñado, escucharse es complicado porque “soportamos mucho ruido externo. Me refiero a los roles familiares en que caes desde que naces, a las expectativas laborales, las que despiertas en la pareja… Y así es no es fácil escucharnos para saber si todo lo que estamos haciendo nos interesa realmente a nosotros… o a quién”.
Y, como señala Candela Peña, la Rosa de la película, en Fotogramas, esto de diluirse y perder de vista nuestros sueños es una cuestión de género: “Por educación, las mujeres tenemos un déficit importante de autoestima, y más aún cuando llegamos a una edad”. En la película, cuenta la actriz, cuando Rosa “se coloca en su sitio, y se sale de su rol de cuidadora, obliga a todo su entorno a colocarse también. Y es entonces cuando descubren que Rosa está mal, pero ellos están peor”.
Una peli para hablar de autocuidado en familia
La boda de Rosa, que se puede ver en Movistar +, es una película para todos los públicos, de modo que os proponemos verla en familia con vuestros hijos mayores de 10 años, porque así podréis reflexionar en familia sobre la necesidad de cuidarse y de escucharse, de no perder de vista nuestro propio bienestar. Y esta es una enseñanza muy importante en estos tiempos, porque como señala Icíar Bollaín, “nos encontramos sumergidos en la cultura del gustar. Pero si no te gustas tú, qué más da que tengas 300 mil ‘likes’ en Instagram. Estamos insertos en unos parámetros distorsionados, mirándonos continuamente a través de los ojos de los demás”.
¿Os animáis a verla con vuestros hijos? Os dejamos como aperitivo el vídeo de la canción ganadora del Goya.
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