Si pensamos en el personaje de la película de Disney, Peter Pan, vemos en Wendy una persona que se preocupa por los demás en exceso. Se encarga de todo y no deja que nada malo les pase a sus hermanos, ni a Peter Pan. Hace lo que ellos no se atreven a hacer y resuelve todos los problemas que tienen. Sin embargo, ella siempre queda relegada a un segundo plano.
Esta actitud de cuidado, llevada al extremo y con el objetivo de buscar la satisfacción de la pareja o los hijos, incluso a costa de la propia felicidad, se conoce en psicología como el síndrome de Wendy, nos explica María Alcalá, experta en Disciplina Positiva para Familias, Primera Infancia y Aula, además de directora y profesora de Positive Coach Academy.
¿Cómo reconocer a alguien con síndrome de Wendy?
Actualmente, podemos ver reflejado este perfil en “multitud de madres que necesitan complacer y proteger a los demás, en especial a sus hijos y su pareja. Por eso se olvidan de ellas mismas y siempre atienden las necesidades de los otros antes que las suyas propias”, aclara María Alcalá, la cual enumera a continuación algunas de las características más importantes de estas personas:
- Sensación de que son imprescindibles. Las personas con síndrome de Wendy tienden a pensar que son ellas quienes deben encargarse de ciertas tareas para que salgan bien. Por eso, asumen la mayor parte de las responsabilidades, lo que no tiene ningún beneficio en los hijos porque “los tratan como si fueran más pequeños de lo que son, los sirven y los miman con exceso”, detalla la experta.
- Necesidad de cuidar a la otra persona. Lo que puede manifestarse como una sobreprotección de los hijos.
- Miedo al abandono y al rechazo. Buscan ser aceptadas y valoradas, necesitan constantemente la aprobación de los demás y temen que las dejen de querer.
- Culpa. Este síndrome lleva a quienes lo padecen a sentirse culpables cuando algo no sale bien, incluso cuando se trata de una cosa que no depende de ellos. Y piden perdón cuando se da cualquiera de esas situaciones, aunque no corresponda.
- Deseo de satisfacer y complacer al otro. Entienden el amor como un sacrificio, dan todo por la otra persona sin importar el cansancio o el desgaste general que esto ocasiona. En definitiva, descartan la búsqueda de su propia felicidad por el bienestar de alguien más.
Causas y consecuencias
Este síndrome “viene del pensamiento tradicional de que la mujer es la que se encarga del bienestar familiar y la que tiene que realizar todas las tareas y cuidar a todos. Por ello, la educación recibida tiene mucho que ver para desarrollarlo”, explica la experta.
Si nos enfocamos en la madre, podemos tener problemas de baja autoestima, ansiedad y depresión. Pero, además, ser una mamá Wendy puede afectar de manera muy negativa en nuestros hijos ya que no les vamos a dar la oportunidad de desarrollarse como personas maduras y con amor propio.
“La educación recibida tiene mucho que ver para desarrollar este síndrome”, María Alcalá
Si pensamos en las características que queremos que tengan nuestros hijos cuando sean adultos, están la autonomía, que sean autosuficientes, que se valoren, que vivan el presente, etc. Sin embargo, si no podemos darles ejemplo de ello, muy difícilmente desarrollarán una personalidad de este tipo. Por ello la sobreprotección, la falta de autonomía y tratarles como si fueran bebés, perjudica a que no aprendan a enfrentarse a los problemas cotidianos de una manera sana y adecuada a su edad.
¿Cómo podemos superar este síndrome?
Como todo problema, María Alcalá nos indica que lo importante es reconocerlo. Pedir ayuda profesional es fundamental. Dicho esto, “lo primero que debemos hacer es ponernos en primer lugar. Ver qué pasa si les dejamos de hacer todo a nuestros hijos y dejamos de solucionar todos los problemas que les surgen en el día a día. Dejar que cualquier miembro de la familia experimente el fracaso sin ser juzgados”, nos aconseja la especialista.
Hablar con nuestra familia también es necesario para poder superar este síndrome. “Expresar cómo nos sentimos y realizar propuestas para que todos estemos implicados en las tareas que realiza la madre diariamente. Recibir y dar mucho amor sin tener que hacer nada a cambio. Amar sin sufrir porque el amor no duele“, nos explica María.
Por lo tanto, tenemos que trabajar el decir ‘no’, el autocuidado, la confianza en una misma y trabajar la inteligencia emocional.