Nora Kurtin: “¿Hasta cuándo vamos a estar cogiendo de la manita a nuestros hijos para que se enfrenten a la vida?”

Han pasado 20 años desde que la revista ‘Sapos y princesas’ vio la luz por primera vez. Desde entonces ha acompañado a miles de familias en la crianza, educación y, sobre todo, en el tiempo compartido con sus hijos. Su fundadora, Nora Kurtin, acaba de publicar ‘Crianza activa’, un libro en el que recoge las claves de los tres primeros años de un niño, ayudada precisamente por algunos de los expertos que han pasado por las páginas de la revista a lo largo de estas dos décadas. Hablamos con ella y descubrimos cómo ha cambiado la forma de acompañar a nuestros hijos desde aquel momento hasta nuestros días.

 

P. ¿Qué es la crianza activa?

R. En realidad, cuando uno cría es cuando ‘hace’. El no hacer también es una forma de manifestar cómo estás educando. Creo que si nosotros compartimos los momentos con nuestros hijos haciendo actividades que les van a enriquecer, vamos a lograr que nuestros hijos descubran cuáles son sus puntos fuertes. Y así puedan desarrollarse como personas cuando crezcan. Pero para eso tienen que conocerse a sí mismos. ¿Y cómo se pueden conocer? Haciendo, probando, experimentando todo tipo de actividades (por eso lo de ‘activa’), con nosotros o por ellos mismos y descubriendo que es lo que más les engancha y con qué se sienten plenos.

 

P. Y aquí entra también la educación emocional. Eso es algo que en estos 20 años también ha cambiado muchísimo. ¿En qué punto estamos?

R. Yo soy argentina, en Argentina cualquiera sabe que todo el mundo se psicoanaliza o es psicólogo (risas). Cuando me vine a vivir a España hace 35 años, me chocaba mucho porque la gente no te hablaba de cómo se sentía. No te transmitía sus preocupaciones y compartía sus angustias. Decíamos ‘de casa se sale llorado’. Me emocionó muchísimo cuando hace 10 años empezó a hablarse de emociones, de identificarlas y ponerles nombre. ¿Pero cómo lo iban a poder hacer nuestros hijos si nosotros no sabíamos hacerlo? Creo que aquí hemos avanzado muchísimo.

 

P. Desde la revista ‘Sapos y princesas’ has visto cómo ha evolucionado la crianza en estos 20 años, ¿qué hemos ganado y qué hemos perdido por el camino?

R. Con ‘Sapos y princesas’ lo que buscaba era responderme a mí como madre. Porque quería educar a mis hijos y darles las herramientas que ellos necesitaban para crecer y ser personas de bien y tener una buena autoestima. Y luego hay que educar con coherencia, y si yo quiero que mi hija sepa que puede hacer  lo mismo que un hombre, tiene que verlo en mí. Entonces yo necesitaba trabajar y tenía que compartir el tiempo con mis hijos, el tiempo de ocio. Me enfoqué en el tiempo no escolar y en cómo enriquecerlo. Y lo que he visto es que con las nuevas tecnologías ha ido perdiéndose. Vale que nos facilitan la comunicación y la información, pero nos han robado mucho de ese tiempo. En estos 20 años hemos pasado de querer estar fuera todo el tiempo a estar mucho más tiempo en las pantallas. Y vemos lo mismo a través de una pantalla, lo vivimos a través de otros, que son los que lo hacen. Creo que ahí hemos perdido. Hemos perdido calidad para comunicarnos con nuestros hijos.

 

P. En tu libro dices que hemos ganado consciencia en la crianza y educación, pero esto choca con ese abuso de pantallas…

R. Vuelvo a la coherencia. Lo que no podemos pretender es que nuestros hijos no estén enganchados a una pantalla, cuando nosotros lo estamos. Nuestros hijos aprenden viéndonos. Absorben lo que nosotros hacemos. Tenemos que ser coherentes con cómo educamos. Y yo creo que ese es el principal punto en el que tenemos que trabajar. Tenemos que asegurarnos de que en nuestro hogar estamos actuando de forma coherente y en la forma en la que nuestros hijos van luego a mirar a la sociedad y al mundo, porque van, por ejemplo, a buscar pareja en base a lo que han visto en casa.

 

P. ¿Es el mayor reto que abordamos los padres y las madres de hoy en día?

R. Las tecnologías. Tenemos que ser muy conscientes de que nos tenemos que poner ese freno. Es un reto para nosotros como adultos. Y luego el gran reto que tiene la crianza en sí es que abarca demasiadas áreas. Tenemos que saber, como padres, de todo, y no podemos porque es inabarcable. Busquemos ciertos pilares como familia, tengamos claras esas bases en las que queremos educar y, a partir de ahí, saber que esos pilares no se pueden mover. Y a partir de ahí, mucha flexibilidad.

 

P. En el libro hablas de los primeros 1.000 días en la vida de nuestros hijos. Nos los tomamos muy en serio. ¿Qué tan importantes son? ¿Crees que pasado ese tiempo nos relajamos, nos desentendemos y ya nos cuesta mantener rutinas, límites, etc?

R. Evidentemente es mucho más fácil fijar un límite a un niño que no tiene capacidad de decisión, no va a protestar ni a montar un número en el supermercado, aún es una personita manejable. No sé si nos relajamos, lo que creo es que nos vemos sobrepasados. Y aquí vuelvo a otro reto que tenemos los padres: que nos cuesta mucho establecer límites. No nos damos cuenta de que para que nuestro hijo pueda crecer en un entorno en el que se sienta seguro, necesita saber que hay unos pilares sólidos que no se mueven y hay unos límites claros. ¿Estamos siendo exagerados o estamos protegiendo? Como familia tenemos que acordar cuáles van a ser, y mantenerlos. No abrimos esas grietas. Van a ser reglas en las que todos participamos, cada familia que establezca las suyas. Y no pasa nada si la respuesta es ‘no’. No vamos a traumatizar a nuestros hijos. Cuando empecé con ‘Sapos y princesas’ había una corriente que decía que no le podías decir que no a un niño porque eso le hacía mucho daño. No tenemos que irnos con la primera moda que nos pasa alrededor. Ahora está de moda ser vegano. No podemos embarcar a nuestros hijos, que están en pleno desarrollo, en una dieta vegana. Tenemos que tener criterio y tomar decisiones informadas. Si nuestros hijos están contenidos, se sienten seguros, y entonces van a tener buena autoestima.

 

P. ¿Hemos pasado del autoritarismo a la permisividad?

R. Hemos hecho el efecto péndulo. Fuimos la generación del ‘esto se hace porque yo lo digo y punto’ a la generación de ‘¿qué quieres comer, cariño, que yo te lo preparo?’. Y si tenías cinco hijos, y los cinco querían comidas diferentes, la madre está desbordada haciendo cinco comidas. Tenemos que tener sentido común. Hay ciertas decisiones que no podemos dejar en manos de nuestros hijos. Creo que no estamos educando lo suficiente en el esfuerzo, en la responsabilidad, en la causa y efecto. Estamos engañando a nuestros hijos, intentando resolverles todos los problemas, protegiéndolos demasiado. A ningún padre nos gusta ver a nuestros hijos crecer. Sufres y es duro saber que se van a caer, pero a veces merece la pena que se tropiecen para que aprendan a levantarse. Antes que evitar que se tropiecen y que luego la caída sea desde mucho más alto. Hay padres que van a discutir las notas de sus hijos a los profesores de universidad. ¿Hasta cuándo vamos a estar cogiendo de la manita a nuestros hijos para que se enfrenten a la vida? Que nuestros hijos se caigan es parte del aprendizaje. Y en este camino nosotros no somos perfectos. Y tenemos que relajarnos un poco. Cuando nos planteamos estas cosas ya significa que somos bastante buenos.

 

P. ¿Va a haber próximo libro?

R. Sí. Estoy trabajando en él. Abarcará desde los 3 años hasta los 12, y luego será preadolescencia y adolescencia.

Picture of Lara Fernández

Lara Fernández

Mamá, periodista y maestra de Educación Infantil

Añade aquí tu texto de cabecera

Añade aquí tu texto de cabecera