Es muy complicado hablar de esta serie (que puedes ver en Prime Video), llena de suspense y misterio, sin hacer spoiler. Pero vamos a intentarlo. La serie se centra en la tensa relación que se establece entre Elena Richardson, una periodista madre de cuatro hijos adolescentes con una posición social muy acomodada, y Mia Warren, una madre soltera afroamericana con una situación económica mucho menos privilegiada.
Puedes ver el tráiler aquí:
Pronto vemos que las diferencias en cuanto a la clase social y el color de piel no son las únicas entre estas dos mujeres y que, de hecho, la forma de ejercer la maternidad de Elena (muy controladora, se esfuerza en que sus hijos tengan éxito, entendido como una educación exclusiva, popularidad, que encajen) y Mia (centrada en propiciar la autonomía de su hija, dándole a entender que es ella la que tiene que pelear por sus derechos, aunque no le oculte muchas cosas y trate de controlar su amistad con Elena y sus hijos).
La forma de entender la maternidad es uno de los hilos conductores de la madeja de la serie. Y aquí te dejamos, sin más spoiler, los mensajes principales sobre este tema de esta serie.
“Little Fires Everywhere” nos muestra la importancia de ser aceptado y escuchado (y el daño que genera el no serlo)
Elena tiene una relación bastante tormentosa con Izzy, su hija pequeña, de 14 años, que no se siente aceptada por su madre, porque no consigue encajar en su canon de hija ideal y está muy lejos de ser popular en la escuela. Cuando Mia la acepta y anima como artista que es, Izzy siente un apoyo que su madre no es capaz de darle. Vemos que Elena intenta un acercamiento a su hija en varios momentos de la serie, pero no termina de dar el paso por miedo. El sentimiento de Izzy no es poco común. De hecho, según una encuesta realizada por Eva Bach y Montse Jiménez de la que hablamos aquí, un 37% de los chavales y chavalas entrevistados se sienten molestos con “nuestra falta de empatía, nuestra desconsideración y sienten que no los escuchamos”.
Cuando nuestros hijos no se sienten escuchados ni aceptados como son, experimentan tal dolor que pueden llegar a querer vengarse. Nos lo contaba Marisa Moya en una entrevista: “Dreikurs decía que un niño que se porta mal es un niño desanimado, que no ha encontrado la manera de perseguir las finalidades de pertenencia e importancia y que basándose en creencias erróneas de cómo lograrlas elige estrategias inadecuadas, de atención indebida, de poder no constructivo, de venganza para mitigar el dolor que le produce no conseguir el sentimiento de ser tenido en cuenta o bien de insuficiencia o incapacidad cuando llegan a la conclusión de que darse por vencidos es la única opción porque realmente no valen para nada”.
“Little Fires Everywhere” deja claro que nuestros hijos reclaman que seamos honestos y auténticos
La familia Richardson parece una familia ideal: los hijos tienen claro su futuro, tienen éxito, son populares, la casa es enorme y está impecable, el matrimonio es feliz… Solo Izzy viene a romper esa imagen tan idílica como falsa. La importancia que Elena da a las apariencias hace que en la familia importe poco ser honestos, contar la verdad o hablar con tranquilidad sobre miedos, emociones o problemas. Lo mismo ocurre con Mia y su hija Pearl: el hecho de que Mia le oculte mucha información y se empeñe, sin mucha explicación, en ser nómada contra los deseos de su hija daña mucho la relación de complicidad que madre e hija siempre han tenido. Como nos señalaba Eva Bach en una entrevista: “los adolescentes tienen la virtud de poner el dedo en la llaga a los adultos en aquello que nosotros no tenemos bien resuelto. Desenmascaran nuestras carencias, aquello que mientras nadie nos ha confrontado hemos podido disimular”. Por eso, “si somos capaces de descifrar las necesidades y sentimientos legítimos que hay a veces detrás de las conductas y respuestas no legítimas de los adolescentes, la adolescencia se convierte en una oportunidad de oro para crecer todos”.
“Little Fires Everywhere” subraya que debemos cuidar el vínculo y aceptar a nuestros hijos como son
Como decía un precioso poema de Khalil Gibran que puedes leer aquí, “tus hijos no son tus hijos / son hijos e hijas de la vida deseosa de sí misma”. Lo cierto es que ninguna de las madres sobre las que se centra la historia deja de ver a sus hijos como una extensión de sí mismas y ninguna acepta tranquilamente que sus hijos pueden elegir otros caminos diferentes del suyo. Nos decían Pedro Aguado y Francisco Castaño en una ponencia que “hay que educar al hijo que tenemos y no al que nos gustaría tener”.
Nuestros expertos señalan en multitud de ocasiones la importancia de cuidar el vínculo, también en la adolescencia, y de corregir el comportamiento pero no dañar el ser. Como nos decía María Soto, de Educa Bonito, “educar a nuestros hijos no debe en ningún caso romper o deteriorar la relación con ellos”. Y para cuidar ese vínculo en la adolescencia y fomentar un sentimiento de pertenencia positivo nada mejor que la carta que la propia María Soto nos compartió en la que dice: “Todos estamos aquí para formar parte de un todo que nos trasciende, y en el Universo no hay piezas sueltas, nada sobra. Eres la vida en nuestros días. Tú eres todos nosotros y por eso, cuando nada tenga sentido, siéntenos cerca, muy dentro, para que no te pierdas”.
“Little Fires Everywhere” nos muestra la ambivalencia de la maternidad y unos personajes femeninos muy potentes
Reese Witherspoon, que da vida a Elena Richardson, es una de las productoras ejecutivas de la serie y está detrás de grandes éxitos de las plataformas online como “Big Little Lies” o “The Morning Show”, series en las que se muestran personajes femeninos muy potentes y poliédricos. Nos encanta un discurso en el que resaltaba que en multitud de películas vemos a la mujer coprotagonista dirigirse al hombre para preguntarle “¿qué vamos a hacer ahora?”.
Esos personajes femeninos potentes protagonizan series (como Big Little Lies) que no rehúyen hablar de la ambivalencia de la maternidad (apasionante, movida por un amor infinito, pero también llena de dudas, miedos, errores y ganas de tener una vida propia). Y en este caso, además, no rehúyen las implicaciones que tiene la clase social o el racismo en la maternidad. La denuncia del racismo se ve claramente en la diferente reacción de la policía al ver a Mia y a Elena durmiendo en el coche.
Sobre la posición económica, Mia dice a Elena cuando esta recrimina que no tomara buenas decisiones, como ella hizo: “no tomaste buenas decisiones, tenías buenas opciones”. O también comenta: “todas las madres luchamos, pero el dinero lo esconde con canguros, clases privadas, etc”.
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