Anna Estapé: “Conectar con nosotros mismos es el primer paso para atender una rabieta de nuestros hijos”

Rabietas y más rabietas. Un día tras otro... parece un bucle infinito que muchas veces no sabemos cómo solucionar. La doctora Anna Estapé nos cuenta cómo podemos gestionarlas sin morir en el intento.

Sí, todos los niños tienen rabietas. Es algo natural en su desarrollo. Aunque eso nos provoque muchos quebraderos de cabeza a los padres, que en definitiva somos los adultos y somos los que hemos de saber manejar la situación y las emociones. Para ayudarnos, la pediatra y madre Anna Estapé ha publicado el cuento Leo tiene una rabieta. No solo para que nuestros hijos entiendan las emociones que sienten cuando eso se produce, sino para que nosotros mismos sepamos cómo actuar frente a ellas y tengamos las herramientas necesarias para afrontarlas de una forma más sana para ambas partes. Con ella hablamos de esta cuestión que tanto nos preocupa a los padres.

 

¿Tan importante es enseñar a nuestros hijos a poner nombre a las emociones y describirles los síntomas?

Sin duda. Usar recursos sencillos que conocen, como puede ser la tormenta, puede ayudarles a sentirse identificados y a reconocer ese malestar que a veces sienten dentro. A medida que les enseñemos a identificar esas emociones, nombrándolas y validándolas, aparte de aportarles calma al saber qué les ocurre, les estaremos ofreciendo herramientas para la gestión y regulación de las emociones en un futuro.

 

Normalmente en este tipo de cuentos vemos cómo las rabietas las protagonizan nuestros hijos, pero tu has querido también que veamos la del padre…

Todos nos enfadamos de vez en cuando, ¿verdad? Quise añadir ese ejemplo del enfado del padre con el objetivo de que los niños y las niñas vieran que los adultos también sentimos esas emociones, que no son malas, aunque sí desagradables a veces, pero que no debemos ignorarlas, que debemos atenderlas y escucharlas. Quise normalizar que todos podemos sentir rabia, trabajar la empatía y hacer hincapié en que pequeños y mayores hacemos un gran equipo.

“Otra forma de acompañar a nuestros hijos es posible, desde el respeto y desde el amor”, Anna Estapé

Además incorporas una suerte de manual para los padres y madres, con pautas para que sepamos cuál es nuestra función en ese momento de rabia

Esta colección de cuentos (Lía deja el pañal y Leo tiene una rabieta) nació no sólo para ayudar a los pequeños y pequeñas, sino también para dar estrategias a las familias para acompañar procesos importantes, como puede ser el momento de dejar el pañal o el momento de las rabietas. Poniendo siempre las necesidades de la infancia en el centro, también quise poner foco en las familias. Ejemplificar que otra forma de acompañarlos es posible, desde el respeto y el amor. Por eso también añadimos esa guía final con consejos para las familias, para que tuvieran herramientas útiles para poner en práctica a partir del mismo día que leen el cuento. En el caso de Leo tiene una rabieta explico cómo las familias podemos acompañar las rabietas mediante el acrónimo CONREA (CONecta contigo mismo/a y con tu hijo/a, Responde con calma y empatía, la Emoción debe ser nombrada y validada y Acompaña sin prisas).

Descárgate la guía de Educar es todo para aprender a gestionar las rabietas en este enlace.

 

“Menuda responsabilidad les damos a los niños cuando les hacemos responsables de nuestras emociones. Las emociones son nuestras y de nadie más”, Anna Estapé

Nos cuesta aún eso de responsabilizarnos de nuestras emociones y no atribuírselas a otros, sobre todo a nuestros hijos. Decimos ‘me agotas’, ‘me has hecho enfadar’… ¿Cómo podemos cambiar eso si lo tenemos tan interiorizado?

Con mucha consciencia y con mucha práctica. Menuda responsabilidad les damos a los niños, ¿verdad? Hacerles responsables de nuestras emociones, dejándoles todo el peso de hacernos sentir tristes o enfadados. Las emociones son nuestras, y de nadie más. Tenemos muy integrado en nuestro disco duro la forma en la que nuestros padres nos educaban de pequeños y esta era una práctica muy usada, basada en que los niños tenían rabietas porque nos manipulaban o nos tomaban el pelo. Muy lejos de esta creencia, sabemos que las rabietas forman parte del desarrollo natural de los niños y que hacen lo mejor que pueden con las habilidades que tienen, su cerebro aún no está suficientemente maduro para poder regularse.

Requiere mucha consciencia y no es un ejercicio fácil, pero, por ejemplo, en vez de decir “me pones de los nervios” intenta cambiar por “me pongo nerviosa”.

 

¿Y con niños más pequeños, que aún no pueden expresarnos lo que sienten con palabras y no pueden comunicarse cómo podemos trabajar la educación emocional?

La gestión de las rabietas cuando están todavía en la fase pre-verbal puede suponer todo un reto. No obstante, la ciencia nos ha demostrado que es útil seguir nombrando y validando las emociones, ya que los niños entienden lo que les decimos meses antes de que puedan hablar. Y también es muy importante mostrar empatía no verbal, ser conscientes de nuestro tono de voz, de nuestra postura, de nuestras expresiones faciales; ya que también son capaces de reconocerlas. Por tanto, mostrarnos presentes, responder con una voz calmada, quizás también podemos añadir algún contacto físico suave como una caricia y poner nombre a lo que les pasa, aunque todavía no sepan hablar.

 

A muchos padres nos cuesta gestionar nuestras propias emociones. ¿De qué manera hemos de actuar en ese caso para poder ayudar a nuestros hijos con las suyas?

Conectar con nosotros mismos es el primer paso para atender una rabieta, y a veces supone un gran desafío. Nuestro estado de ánimo, el día que hayamos tenido, las prisas que tengamos… entre muchas otras cosas, puede afectar a nuestra forma de responder a la rabieta, y en consecuencia, tendrá un impacto en cómo se desarrollará el conjunto de la escena. Por este motivo, propongo 3 pasos que debemos hacer antes de responder: pulsar nuestro propio botón de pausa (dejar de hacer lo que estamos haciendo, pararnos), hacer unas respiraciones tranquilas y repetirnos alguna frase vitamina, una frase que nos dé fuerza para atender la situación (por ejemplo: “puedo con esto”, “soy capaz” …). Eso y dedicar unos breves instantes a autoregularnos podrá modificar el rumbo que tomará la rabieta.

 

¿Y cuando sentimos que nada de lo que ponemos en práctica funciona? Es decir, las rabietas no se calman o son tan frecuentes (cuando tienen dos años por ejemplo) que no hay forma de calmar a nuestro hijo y es una rabieta tras otra sin descanso?

En este caso debemos individualizar mucho el caso. Revisaría si están todas las necesidades fisiológicas básicas cubiertas, como por ejemplo el hambre, el descanso, el tiempo de movimiento libre, el tiempo en familia en exclusiva, tiempo de juego libre… A veces llevan un ritmo diario muy intenso que hace que las rabietas aparezcan con más facilidad, o que no tengan cubiertas las horas de sueño necesarias. También es importante tener siempre en mente que los niños y niñas necesitan tiempo en familia cada día, tiempo de risas, de juego, de presencia. Y esto es algo que también podemos revisar.

Por otro lado, hay ocasiones en que intentamos atender una rabieta de la mejor forma posible pero no conseguimos calmarla. Y es que a veces los niños necesitan llorar, simplemente llorar y sacar de dentro todos los sentimientos que han ido acumulando durante el día.

Pero si vemos que las rabietas son muy intensas y frecuentes y nos abruman, sin duda os recomendaría que pidierais asesoramiento a un profesional.

 

Si quieres saber más sobre rabietas, aquí tienes el curso de Amaya de Miguel ‘Rabietas y límites desde el respeto’.

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Lara Fernández

Esta periodista que lleva ejerciendo 20 años en diferentes medios de comunicación escritos y audiovisuales cumplió en 2021 su principal sueño: convertirse en mamá de un niño. Fue también su gran lección de vida al darse de bruces con la AD y la AS. Tres años antes se había graduado como maestra de Educación Infantil y se había especializado en crianza y actividades sensoriales para niños. Todo ello le ha permitido desarrollar tres de sus grandes pasiones: la comunicación, la infancia y la educación. Tres pilares básicos porque, como ella misma suele decir:

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