‘La chica de nieve’ o cuando el amor de madre no lo justifica todo

Analizamos la serie de Netflix desde el punto de vista de la maternidad y, avisamos, hay 'spoiler'.

Es una de las series más exitosas del momento, ‘La chica de nieve’ (Netflix), basada en la novela homónima de Javier Castillo y protagonizada por Loreto Mauleón, Milena Smit, José Coronado, Cecilia Freire o Aixa Villagrán, entre otros. Muchos conocemos su trama, que en esencia es la siguiente: una niña de cinco años desaparece en la Cabalgata de Reyes de Málaga y, al dispositivo policial que investiga su búsqueda, se une paralelamente una periodista en prácticas que acaba obsesionándose con el caso hasta el punto de acercarse mucho a la verdad, aunque por el camino descubra cosas de su propio pasado.

Atención: ¡Spoiler! Pero es que esta serie no solo es un thriller, una ficción policíaca o de suspense. Es mucho más que todo eso. Es un retrato de una obsesión, la de ser madre, que lleva a uno de los personajes a hacer cualquier cosa por cumplir ese sueño. Pero es que si miramos un poco más allá vemos que nuevamente el peso de esa obsesión y, por tanto, el peso de la salud mental, del trastorno, del desequilibrio que provoca esa infertilidad, recae desgraciadamente como siempre en la mujer. El papel del padre en esta ocasión es el de un ser prudente, sensato y callado que apoya a su pareja por amor y que le deja hacer, que no toma las riendas y que se deja arrastrar por esa obsesión.

El peso de la salud mental y de la obsesión por la maternidad siempre recae, desgraciadamente, en la mujer

Y es que el amor de una madre no lo justifica todo. No justifica un secuestro y no justifica un asesinato pese a que ese personaje, Iris, se escude en que hace “lo que haría cualquier madre”.  No, el hecho de que una no pueda tener hijos, de que haya hecho mil y un intentos por ser madre, no la convierte por arte de magia en una persona que comete delitos y, mucho menos, en madre a costa de esos actos delictivos. Te convierte en una persona con una crisis vital, con un vacío en tu proyecto de vida, con una frustración, en definitiva con un duelo por esa vida que pudo ser y no fue.

El amor de una madre no lo justifica todo

Y mientras tanto, vemos también el otro lado del espejo, el de esos padres que ven cómo su vida, en cuestión de segundos, termina para ellos con la desaparición de su hija. Esos padres que mueven cielo y tierra y que, aunque pasen cinco o diez años, continúan buscándola y anhelando noticias suyas. Cómo con cada una de esas noticias que llegan en forma de vídeos reactivan la esperanza de encontrarla pero al mismo tiempo despiertan ese inmenso dolor. Esa madre que ha perdido a su hija no se da por vencida, como ocurre en tantos y tantos casos que a todos nos vienen a la mente en nuestros días. Esa madre es capaz de perdonar, porque lo único que quiere es recuperar a su hija, una niña que también vive su propia experiencia traumática y que necesitará acompañamiento para volver a recuperar su vida y su identidad.

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Lara Fernández

Esta periodista que lleva ejerciendo 20 años en diferentes medios de comunicación escritos y audiovisuales cumplió en 2021 su principal sueño: convertirse en mamá de un niño. Fue también su gran lección de vida al darse de bruces con la AD y la AS. Tres años antes se había graduado como maestra de Educación Infantil y se había especializado en crianza y actividades sensoriales para niños. Todo ello le ha permitido desarrollar tres de sus grandes pasiones: la comunicación, la infancia y la educación. Tres pilares básicos porque, como ella misma suele decir:

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