Si tú no estás bien y no cuidas de ti, tampoco puedes cuidar de tus hijos o hijas.,
En mi libro, Criar hijos felices y resilientes, padres asertivos mejorando la crianza, una pequeña introducción a educar en positivo en la práctica, le dedico un corto capítulo a la pareja, pero debía haberle dedicado mucho más.
La pareja ha de ponerse de acuerdo si quieren compartir su vida, empezando por convivir en equilibrio cuán funambulistas caminando por la cuerda floja que es la propia relación y sus entresijos. Antes de ser padres, yo era incapaz de imaginar el motivo por el cual una pareja bien avenida y enamorada hasta el punto de desear ser padres, podía separarse al poco tiempo de tener hijos.
Pues bien, tras mi propia maternidad, supe perfectamente que es una posibilidad para cualquier familia y requiere un gran esfuerzo de adaptación conseguir de nuevo el equilibrio inicial. El primer reto tras conocerse, enamorarse y querer iniciar un camino en común, es decidir cómo, dónde y de qué manera compartir el día a día con esa persona que has elegido y te ha elegido como compañero o compañera de vida. Si uno está en Madrid y otro en Barcelona hay que decidir si os mudáis los dos a un nuevo lugar, la persona de Barcelona se muda a Madrid, viceversa o bien mantener una relación a distancia. A partir de este momento todo se convierte en un camino bonito a la par que lleno de decisiones con concesiones, negociaciones y arraigos inamovibles que hay que aceptar si de verdad quieres estar con esa persona.
La organización económico-familiar es otro punto de inflexión en la conformación de la pareja. Pero el momento álgido del debate en casa surge con la llegada de los niños y su educación y curiosamente éste es un tema controvertido y que no se suele abordar al principio de la relación, lo cual trae consigo, por ende, una batería de dudas, confusión y pensamientos contrarios que desestabilizan el núcleo del hogar. En lo que a la crianza se refiere , la pareja, sea cual fuere, ha de decidir como repartir la carga mental, las tareas del hogar y el trabajo fuera de casa, complicando el poner en valor la educación y crianza de sus hijos por falta de organización, tiempo y energía. Todo este cúmulo de circunstancias pueden provocar un momento de caos del que es complicado salir si no partimos de una buena base de respeto, amor y tolerancia con nuestro compañero o compañera de vida.
Como la frase de Ferreira Gullar “no quiero tener la razón, lo que quiero es ser feliz¨ yo también prefiero ser feliz a tener razón. Muchas veces nos embarcamos en discusiones por menudencias que no aporta nada más que malestar para ambas partes. No me meto en batallas, solo argumento y el tiempo me da o me quita la razón, pero siempre desde el respeto y la comprensión.
En mi recorrido desde que conocí al que hoy es mi pareja y padre de mis hijas, que no mi marido, y el tiempo que hemos compartido y compartimos, hemos aprendido mucho el uno del otro, nos hemos adaptado a una convivencia más amable y respetuosa. Esto hace que haya cierta armonía en casa y en definitiva, en la familia. Lo fundamental para superar la revolución de ser padres para nosotros fue: compartir momentos pero también disfrutar de manera individual, elegirnos cada día una y otra vez por lo que nos aporta el otro, aceptar nuestros defectos y no magnificar los errores, disculparnos si metemos la pata y pensar siempre con bondad del otro, mantener esa equidad entre lo que aportas y recibes, mantener nuestros momentos como pareja y darnos espacio los dos a solas, tener algún detalle que haga saber a la otra persona que estás ahí ( un beso al despertar o acostarse, caminar de la mano, hablarse con cariño o hasta un emoji en un WhatsApp también vale), hablar las cosas, entender que la otra persona no es como tú y por lo tanto mi piensa, ni siente, ni reacciona como tú ( aceptación y tolerancia), reír juntos, apreciar las pequeñas cosas, tener una perspectiva de futuro y una manera de vivir parecida y por último, vivir en el presente. De esta manera nuestro día a día es mucho mejor, siendo además un buen ejemplo de pareja para que el día de mañana mis hijas tengan menos posibilidades de verse envueltas en relaciones tóxicas en su adultez.
¡Ojo! Esto no quiere decir que nuestra relación sea perfecta, solo que como en la educación en positivo, somos más conscientes y comprometidos con el bienestar del otro y del nuestro propio y trabajamos la manera de hacerlo mejor, como consecuencia, el conflicto se reduce. Aún así, no conozco pareja en el mundo que no discuta de vez en cuando, meta la pata una parte o la otra, que sientan falta de apoyo en ocasiones o una mala interpretación lleve a un momento complicado, y yo no soy una excepción. Lo importante es la resiliencia y la asertividad en la pareja también.