Compartir mola. Claro que sí. Y cuando lo hacemos, además de sociabilizar y establecer vínculos con los demás -somos seres sociales, no lo olvidemos- nos sentimos bien. Pero esto sucede cuando se cumplen una serie de premisas a la hora de compartir y no cuando lo hacemos desde la presión social, la educación forzada o desde el ‘quedar bien’. Es precisamente esto lo que debemos evitar enseñar a nuestros hijos e hijas: el que compartan sin sentirlo de verdad.
¿Por qué no debemos obligar a nuestros hijos a compartir?
El “hay que compartir” que, por sistema, se nos escapa casi inconscientemente a diario a muchos padres y madres, ni ayuda a nuestros hijos a desarrollar esa capacidad empática, solidaria y generosa para con los demás ni beneficia a su mundo interior en el que el cuidado, el respeto por uno mismo y el sentirse valioso son tan importantes, tal y como nos invita a reflexionar Marina Escalona, creadora del manifiesto Aprendemos Todos y cofundadora de la asociación del mismo nombre, en un documento elaborado bajo el paraguas de World Vision. “Nadie puede dar lo que no tiene para sí mismo. Si es forzado sin conectar con lo anterior, el hecho de compartir le debilitará en lugar de fortalecerlo”, comenta.
¿O es que los adultos compartimos constantemente nuestras pertenencias (móvil, ordenador, coche) con cualquier persona que acabamos de conocer? ¿Qué vínculo tenemos con nuestras cosas? ¿Qué vínculo queremos inculcar en nuestros hijos? ¿En qué lugar dejamos sus propias necesidades frente a las de los demás? ¿Desde qué posición compartimos y queremos que compartan nuestros hijos? La idea es enseñar a nuestros hijos a compartir sin que se dejen a un lado, sin que lleguen a pensar que son lo último y que están por detrás de los deseos o necesidades del resto de personas. Porque ellos también son valiosos.
Cuatro claves para enseñarles a compartir de manera natural
En este sentido, Marina Escalona nos da las claves para que, a partir de ahora, dejemos de obligar a nuestros hijos a compartir y les enseñemos a hacerlo. Para ello lo primero que tenemos que hacer es enseñarles ‘a ser’:
1.Nuestro hijo ha de aprender, en primer lugar, a atender sus necesidades y su bienestar por encima del de los demás. “Al renunciar a sus juguetes por imposición externa entiende que esta atención a sí mismo está mal. Y en este momento su apego con las cosas es muy fuerte. No está preparado para razonar como nosotros cuando prestamos las cosas. Cuando es pequeño vive en un presente absoluto. Lo que no tienes para ti no lo tienes para nadie”, explica Marina.
2. Ha de aprender a ser fuerte. Gracias a la frustración, que está presente durante toda la vida, nuestro hijo “va generando una resiliencia o fortaleza interior fundamental para alcanzar cualquier meta futura“.
3. Ha de aprender a sentirse valioso. “Si se siente valioso, de forma natural querrá compartir-se con los demás y será educado en el conocimiento de sí mismo, del mundo y de lo que puede hacer en él”, según esta experta.
4. Ha de aprender con el ejemplo. “Si lo he visto y lo he vivido en mi familia desde pequeño lo haré de manera natural y espontánea en el futuro”, nos dice Marina Escalona.