Tratar a los niños con respeto no les convierte en niños de cristal

“No le hagas caso y ya se le pasará la tontería”.

“En mi época se hacía lo que decía el adulto y punto”.

“Es que ya no se puede decir ni hacer nada porque todo ofende”.

 

¿Te suenan este tipo de frases? Seguro que sí.

Hoy en día se siguen escuchando muchos comentarios de este estilo, fruto de haber recibido una educación autoritaria. La manera de educar ha cambiado respecto a cómo lo hicieron nuestros padres. No solamente porque aparece nueva evidencia científica, sino también porque nuestro entorno y el mundo en el que vivimos va evolucionando.

Este cambio no siempre es fácil de entender, especialmente para las generaciones anteriores. Para nuestros padres, ver que criamos y educamos de una manera distinta a la que ellos hicieron con nosotros, es algo que les puede remover. Quizás porque se sienten señalados, juzgados. O porque asoma el sentimiento de culpa, aquella sensación de no haberlo hecho tan bien como querrían. Y de aquí que a veces salga esa típica frase “Pues a ti no te educamos así y no has salido tan mal”.

Nuestros padres lo hicieron lo mejor que pudieron y supieron, siguiendo su instinto y recomendaciones de aquella época en la que el estilo parental que predominaba era el autoritarismo.

Nuestros padres lo hicieron lo mejor que pudieron y supieron, siguiendo su instinto y recomendaciones de aquella época en la que el estilo parental que predominaba era el autoritarismo. Un estilo que buscaba la obediencia de los niños, imponiendo las normas de manera vertical, sin diálogo ni consenso.

 

Reflexionar internamente el trato que recibimos durante nuestra infancia implica un proceso de introspección que para algunas personas puede resultar doloroso. Muchos adultos siguen viviendo en un estado de obediencia y sumisión, les cuesta escucharse a sí mismos y priorizan las demandas de los demás por encima de sus propias necesidades. Otros, por el contrario, siguen el mismo patrón que vivieron de niños e intentan conseguir lo que desean haciendo uso de la autoridad, la fuerza y la voz.

Que seamos capaces de analizar qué acciones nos han marcado y están relacionadas con nuestras limitaciones o dificultades actuales, no significa que dejemos de querer a nuestros padres.

Que seamos capaces de analizar qué acciones nos han marcado y están relacionadas con nuestras limitaciones o dificultades actuales, no significa que dejemos de querer a nuestros padres. Sencillamente, somos personas adultas que revisamos y cuestionamos lo vivido con el fin de integrarlo y tomar decisiones para seguir creciendo como personas.

Ya no vale excusarse en que “toda la vida se ha hecho así”. Es nuestra responsabilidad formarnos y coger las riendas de nuestra vida para construir entornos libres de miedo

Afortunadamente, hoy en día tenemos a nuestra disposición gran cantidad de información que la evidencia científica avala. Nuestros padres no disponían de ella. Ya no vale excusarse en que “toda la vida se ha hecho así”. Es nuestra responsabilidad formarnos y coger las riendas de nuestra vida para construir entornos libres de miedo, donde nuestros hijos crezcan con la seguridad de que pueden contar con nosotros en vez de temer nuestras reacciones. Sin caer en la sobreprotección ni tampoco penalizar el error, asegurando el respeto mutuo y su pertenencia.

 

Educar no debería ser sinónimo de pegar, humillar, manipular, ridiculizar, amenazar, chantajear ni intentar quedar por encima de los niños. Es posible educar desde el respeto, con firmeza y cariño a la vez, validando sus emociones en vez de negarlas, estableciendo los límites necesarios y a la vez dándoles su pequeña parcela de poder. Es más respetuoso y efectivo, aunque también más cansado y difícil, pues supone un trabajo de desarrollo personal que empieza en nosotros, los adultos.

“No es nuestro trabajo endurecer a los niños para que se enfrenten a un mundo cruel y despiadado. Nuestro trabajo es criar a niños que hagan un mundo menos cruel y con más corazón”. L. R. Knost

Picture of Cristina Carbonell Valls

Cristina Carbonell Valls

Autora de la página web cristic.com y profesora especializada en educación respetuosa y tecnología educativa, con más de 15 años de experiencia en el sector educativo. Actualmente compagino mi trabajo como profesora universitaria con la creación de contenidos educativos y formación a docentes y familias. Además, colaboro con diversos medios de comunicación divulgando sobre cuestiones relacionadas con educación, crianza y tecnología.

Añade aquí tu texto de cabecera

Añade aquí tu texto de cabecera