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Paola Roig: “Queremos ser las madres perfectas, pero no vemos que ya estamos siendo suficientemente buenas”

Maternamos, hoy en día, sin apenas una tribu, con mucha más autoexigencia y con una carga mental que no termina de equipararse a la corresponsabilidad de tareas. De todo ello hablamos con esta psicóloga perinatal.

La crianza no es perfecta como tampoco lo somos los padres y madres. Pero sí podemos hacer que sea lo suficientemente buena. Ese es, al menos, el objetivo de la psicóloga perinatal y psicoterapeuta Paola Roig, que acompaña a muchas mujeres durante el embarazo, el posparto y la crianza. En su libro ‘La crianza imperfecta’, Paola nos tiende una mano para hacernos más llevadera la maternidad, mientras con la otra nos sostiene como haría una tribu, tan necesaria en este período.

 

1.Existen demasiados libros sobre maternidad y crianza, pero muy pocos sobre lo que nos pasa a las madres realmente y de lo que supone no solo tener un hijo, sino convertirse en madre…

Efectivamente hay muchos sobre crianza. Ahora si hablamos de maternidad, hay muchos menos. Y esto no es casual. Parece que lo que nos atraviesa a las mujeres no interesa a mucha gente. Sin embargo, hay muchísima literatura sobre el desarrollo de los bebés, pero ¿sobre las personas que cuidan y maternan a esos bebés? Apenas.

 

2. Escasez de información, ¿y de tribu?

Es que faltan manos. Es verdad que a veces sustituimos la comunidad presencial de mujeres por la virtual, y eso no sirve, porque esa comunidad no está en tu casa y no te ve, ni la ves. Hay que buscar espacios compartidos, pero no en el sentido de vivir en comuna, sino de hacer planes con otras familias. Ahí es cuando te das cuenta de que todos estamos igual y de que todo puede ser más sencillo de lo que parece. Nos han vendido una mentira con esto de la maternidad. Y estaría muy bien que desde el gobierno facilitasen espacios para familias y unas redes.

Por el momento lo único que podemos hacer es llevar a cabo un cambio individual, tener familias cerca, hacer con ellas turnos para cuidar… aunque nos da apuro todavía. Pero siempre decimos ‘es que el sistema…’. Mira, el sistema somos nosotros. Y podemos generar el cambio en nuestro entorno.

“Siempre decimos ‘es que el sistema…’. Mira, el sistema somos nosotros. Y podemos generar el cambio en nuestro entorno”, Paola Roig.

3.Hemos perdido tribu, pero hemos ganado concienciación sobre otros temas, como la desestigmatización de la depresión posparto…

Es verdad que ahora se trata y se habla del tema, era tabú y, en cierta manera lo sigue siendo porque se la llama la ‘depresión sonriente’. Es decir, cómo vas a permitirte estar triste si tienes el mejor regalo entre tus brazos. Pero sí es cierto que se empieza a desestigmatizar. Luego por lo que yo veo quizá el hecho de maternar y puerperar en solitario, sin esa tribu, puede haber hecho que hayan aumentado los casos de depresión posparto.

 

4.También seguimos sin normalizar la queja. ¿Crees que las madres nos permitimos la queja o es la sociedad la que no nos la permite?

En la maternidad siempre te dicen ‘no haber tenido hijos’. Pero nadie te dice ‘no te quejes de las agujetas que tú decidiste hacer deporte’. Y esto tiene también que ver con la figura de la madre abnegada que se olvida de ella misma. Al final acabamos interiorizándolo en nuestro discurso y parece que no podemos quejarnos sin justificarnos. Tenemos que tener claro que para que se tolere más la queja en la sociedad hemos de hacerlo nosotras primero, y aprender a quejarnos sin culpa. 

“Para que se tolere más la queja en la sociedad hemos de hacerlo nosotras primero, y aprender a quejarnos sin culpa”, Paola Roig

 

5.¿Y eso cómo se hace?

El problema es que queremos llegar al ideal de lo perfecto, y al final nos perdemos lo bueno que ya está pasando. Queremos ser la madre perfecta pero no vemos con un ‘zoom out’, con perspectiva, que ya estamos siendo suficientemente buenas. 

Yo suelo proponer un ejercicio para trabajar la autoexigencia y el disfrute. Tenemos que pensar que igual no estamos disfrutando de un momento concreto, pero sí hemos de centrarnos en otros instantes que son igualmente buenos: mi bebé me está sonriendo, o estoy jugando con él al ‘pilla pilla’, o bailando, o haciendo construcciones. Cada una tenemos que encontrar nuestro espacio de disfrute, porque no todo en la vida se disfruta al 100%. Esta es otra exigencia más que nos ponemos. O como cuando nos dicen ‘aprovecha que tu bebé va a crecer rápido’. A ver, se cierran unas etapas, pero se abren otras nuevas.

 

6. ¿Nos exigimos demasiado las madres entonces? Dices que la teoría a veces funciona para nosotros como un corsé. ¿Queremos ser una madre que a veces no podemos?

Piensa que en general las madres estamos exigidas desde hace mucho tiempo y recae sobre nosotras mucho peso a nivel cultural y social. Mucho más que sobre los padres. Estamos en la era de la información, pero no es tan fácil hacer una buena gestión de la información, ahí entra la exigencia. La teoría en realidad debería ser como un faro, pero el camino lo hacemos nosotras y cada una tiene el suyo, es decir, hemos de poder adaptar la teoría a lo que somos.

 

7.¿Y qué pasa con la carga mental?

Es que queda mucho por hacer. A nivel de logística y tarea afortunadamente está cada vez más repartida, y es cierto que nuestra pareja hace lo que le pedimos, pero ¿de verdad lo tenemos que pedir? Al final nosotras dirigimos y eso supone una sobrecarga. Las mujeres hemos de aprender a soltar, a delegar y a pedir ayuda. Soltemos el control, que la otra persona ya lo hará a su manera. Y al mismo tiempo esa persona tendrá que aprender a tomar, porque si no no sirve. Es un doble trabajo, los hombres deben soltar sus privilegios. En mi caso he trabajado sobre todo con parejas heterosexuales, y puedo decir que la diferencia es grande.

Claro que no es tan fácil, pero podemos ponernos tareas concretas. Es decir, detallar una lista con cada proceso y a partir de ahí empezar a dividir. ¿La comida? Se compone de hacer una lista, ir a comprar, hacer los menús semanales, cocinar, recoger, poner en el lavaplatos… todo eso. No sirve de nada que nuestra pareja haga una o dos de todas esas cosas.

 

8. Igual también ayuda el dejar de compararnos…

Es que cada bebé es distinto, y las madres tampoco somos todas iguales. Cada uno tiene su temperamento, y nuestros hijos también. Hay unos que les cuesta mucho estar en moisés, otros adoran el baño… es como con los adultos. Luego está la subjetividad de cada uno. Puedes pensar que tu bebé necesita mucho contacto o es muy demandante, pero también puedes pensar si en nuestra familia estamos preparados para eso o nos faltan manos y nos desborda la crianza…

 

9. Aquí entran las etiquetas, que aunque estigmatizan a veces ayudan a esos padres a quitar culpa y a poder estar a la altura de las necesidades que imperan en su familia y en su bebé…

Las etiquetas están bien si se usan con consciencia y responsabilidad. Igual si esa etiqueta va a tapar lo que nos pasa o lo que le pasa a nuestro bebé ya no es tan buena, Pero pueden servirnos para estar en contacto con otros padres en situaciones similares y acompañar mejor a nuestro hijo.

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Lara Fernández

Lara Fernández

Periodista especializada en Educación y maestra de Educación infantil
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