@Fotografía de Joan Manrique
Es la etapa más convulsa, la más compleja y, quizá, la más tensa del crecimiento de nuestros hijos. Por eso, para ayudar a los padres y servirles de guía, la educadora, socióloga y asesora de familias Alba Castellvi, ha publicado ‘Adolescentes’, una suerte de manual para acompañar, motivar y vivir en armonía con los adolescentes en el mundo actual. Hablamos con ella y, de paso, le pedimos que nos dé algunas claves para poder sobrellevar el día a día con nuestros hijos adolescentes.
Muchos padres pensamos en adolescencia y tememos esa etapa. ¿Tan complicada es? ¿Por qué nos invade ese miedo? ¿Es por el duelo que hemos de pasar de ‘despedir al niño y recibir al ‘adulto’?
Ciertamente en la adolescencia el niño desaparece y en su lugar aparece un jovencito que va a la suya, que cada vez quiere compartir menos con su familia y que de vez en cuando responde mal. Y que, además, suele mostrarse poco agradecido con los esfuerzos de sus padres y exigente con ellos sin ofrecer mucho a cambio. Nada de eso es agradable, más bien lo contrario. Llegado ese momento, muchos padres se preguntan qué hicieron mal, hasta dónde llega su responsabilidad por el carácter de sus hijos y cómo evitar que sus “defectos” les perjudiquen de por vida. Por los hijos adolescentes se siente mucho amor, pero también a veces se siente preocupación e incluso rabia. De esta última emoción no se habla abiertamente pero existe, e incluso lleva a algunos padres a arrepentirse de haberlo sido. Ante ese sentimiento difícil de vivir, los padres deben protegerse y curarse, y en mi libro propongo cómo hacerlo.
¿Es de verdad la etapa más compleja del crecimiento?
La adolescencia es compleja porque comporta cambios en dos sentidos: en el sentido hormonal y de transformación individual, por supuesto, pero a mí me interesan sobre todo los cambios en la relación con el entorno social y especialmente con los padres. Si bien ha sido una etapa compleja en todas las épocas, educar adolescentes ahora es más difícil que nunca.
“Educar adolescentes ahora es más difícil que nunca”, Alba Castellvi
Educar ahora es un reto mayor que antes porque nunca hasta ahora el contexto lo había puesto tan difícil: los cambios tecnológicos, sociales y económicos complican mucho la tarea de las familias, que a menudo se encuentran tratando de educar valores que la sociedad híper mercantilizada y los medios de comunicación contradicen.
Entre los cambios tecnológicos que más afectan las relaciones entre padres e hijos están la conexión permanente, el acceso universal a los contenidos, la exposición de la privacidad y las transformaciones en la manera de relacionarse. Entre los cambios sociales y económicos, es relevante la falta de esperanza del adolescente en un futuro mejor. Hoy, la mayoría de jóvenes no creen que por el hecho de esforzarse estudiando tengan garantizado el bienestar, y eso hace que sea muy difícil que encuentren motivación para el esfuerzo. También dificulta el trabajo de educar de las familias, el hecho de que los adolescentes sean tratados por los medios como consumidores potenciales y como personas superficiales interesadas sobre todo en las apariencias.
¿Hablamos de una lucha de poder padre/hijo en el que el retar es la constante?
Cuestionar la autoridad de los padres es una actitud natural en la adolescencia. De hecho, no hacerlo puede ser una señal preocupante. Los padres deben comprender esta necesidad y a la vez ser capaces de mantener las controversias dentro de los límites del respeto.
“Cuestionar la autoridad de los padres es una actitud natural en la adolescencia. De hecho, no hacerlo puede ser una señal preocupante”, Alba Castellvi
El adolescente quiere llevar las riendas de su vida, y los padres no se atreven a dejarlas en manos de alguien que no parece capaz de tomar decisiones que no le perjudiquen. Por eso, el conflicto entre padres y adolescentes es casi siempre un conflicto de poder: se tensionan cuando el hijo quiere hacer las cosas a su manera y a su ritmo y los padres sienten que no lo deben permitir para proteger su integridad y sus opciones de futuro. De ahí discusiones, como las que se producen cuando los hijos quieren salir de noche, publicar en las redes sociales, vivir en una habitación en desorden, holgazanear en lugar de estudiar, etcétera. La convivencia con los adolescentes a menudo es conflictiva porque no colaboran en casa, porque responden mal y se organizan peor. Pero si los padres aprenden algunos trucos de organización y comunicación, verán como los retos disminuyen y la convivencia es mucho más fluida.
Además de una buena comunicación, ¿qué podemos hacer los padres para inculcarles buenos valores y evitar problemas relacionados con drogas, malas compañías, alcohol, sexo o nuevas tecnologías?
Prepararnos como padres es clave. Vivimos en una sociedad en la que los riesgos son muchos y los padres no están preparados para orientar a los hijos por la sencilla razón de que no conocen la realidad del terreno que pisan. Muchos no comprenden el funcionamiento de las redes, no entienden el porqué de las preferencias de los adolescentes, desconocen las nuevas formas de relacionarse emocionalmente y sexualmente, y por eso les cuesta ser útiles a sus hijos. Por tanto, es importante que conozcan su realidad.
En segundo lugar, los padres pueden ayudar mostrándose receptivos y escuchando a los hijos atentamente, posponiendo juicios y consejos: es la única forma de lograr que les cuenten cómo les van las cosas.
Otra cosa importante que pueden hacer los padres es tener presente que, aunque en las primeras edades de la adolescencia deben conocer y limitar ciertas prácticas de sus hijos, tendrán que ceder progresivamente el control y por tanto en ese entretiempo durante el cual todavía tienen la posibilidad de llevar las riendas, entre la niñez y los trece o catorce años, han de lograr que sean sus hijos los que se propongan cuidarse con responsabilidad. Para eso es necesario construir en sus hijos un sentido crítico con el mundo que les rodea y con las influencias del entorno y de los medios. Eso se puede hacer si los padres tienen construido su propio criterio, si está bien fundamentado y si hay una buena comunicación que permita que los hijos les escuchen.
Cuando tenemos un conflicto con nuestro hijo o hija adolescente, ¿cómo tendríamos que proceder? ¿qué estrategias o claves tenemos que tener claras?
Los conflictos son como los incendios, así que hay que tener estrategias para prevenirlos, otras para soportar su calor mientras duran y finalmente estrategias para extinguirlos. En mi libro ofrezco formas de evitar los conflictos más frecuentes, formas de vivirlos con tranquilidad y técnicas de resolución.
“Los conflictos son como los incendios, hay que tener estrategias para prevenirlos, otras para soportar su calor mientras duran y finalmente estrategias para extinguirlos”, Alba Castellvi
Para evitar los conflictos una de las decenas de técnicas que encontrarán en Adolescentes (Editorial Urano) es la de esperar tres minutos a pie de puerta antes de entrar en casa: prueben a no entrar hasta que se hayan relajado durante tres minutos pensando en cuáles son sus prioridades en cuanto se encuentren con sus hijos, y verán como al tropezar con su mochila o al verles relajados en el sofá con el trabajo por hacer, no se enzarzarán en un conflicto tan fácilmente como si hubieran entrado sin haber hecho el parón. Prueben también a controlar el tono de voz, a no aprovechar los errores para aleccionar, a hacer bien las críticas, a pedirles que ofrezcan soluciones creativas. Hay muchas maneras de evitar los conflictos antes de que sucedan.
Para soportarlos mientras duran, existen técnicas como relativizar, ser empáticos, alejarse, releer una lista de ideas que propongo en el libro…
Y para resolver los conflictos hay varios métodos y en cada caso se debe optar por el más pertinente, desde dejarlos correr (sí, a veces es lo más sano) hasta mantener una conversación constructiva sobre la cuestión, pasando por sistemas que impliquen consecuencias, según la naturaleza del problema. En cualquier caso, es bueno escuchar atentamente, preguntar, expresarse de modo tranquilo y tratar únicamente al contenido del conflicto concreto, sin referirse a otros aspectos que no tengan que ver con el tema.
Dices que no debemos preguntar qué les pasa…
Como muchos padres habrán experimentado, ante esta pregunta los adolescentes no suelen responder con mucha amabilidad. A veces es porque están confundidos y no tienen clara la respuesta, otras veces porque no tienen ganas de compartirlo con los padres. Y además, los padres no suelen preguntar “¿Qué te pasa?” con un tono muy adecuado, sino más bien en tono de reproche como diciendo: “Estás raro, ¿se puede saber qué ocurre?” Para evitar que respondan irritados, lo mejor es decir “Tengo la sensación que quizás algo no va del todo bien.”, sentarse a su lado (digo a su lado, y no delante del chico o la chica) y esperar en silencio, y si no cuenta nada añadir “Estoy aquí para cualquier cosa. Si quieres compartir algo, te escucharé sin juzgarte”. El mero hecho de ver a los padres atentos y predispuestos ya es una forma de consuelo.
¿Cuáles son los errores más frecuentes que cometemos los padres de hijos adolescentes?
El primero, esperar que los hijos sean como a nosotros nos gustaría y sentirnos frustrados cuando eso no ocurre. Ese error está en la base de mucho malestar familiar.
“El primer error que cometemos muchos padres es esperar que los hijos sean como a nosotros nos gustaría y sentirnos frustrados cuando eso no ocurre”, Alva Castellvi
El segundo error es permitir que los hijos sean egoístas y falten al respeto.
Y el tercer error, muy frecuente, es facilitar demasiado la vida a los hijos, solucionando problemas que deberían afrontar para prepararse para asumir futuros retos y frustraciones y para muscularse ante los esfuerzos que les exigirá cualquier proyecto que valga la pena.
¿Y si nada de eso funciona?
Si no logran encontrar formas de organización familiar y de comunicación con los hijos que les permitan sentirse a gusto como padres, aconsejo tres cosas. La primera, repetirse los pensamientos que ayudan, entre los cuales que el cerebro del hijo está en proceso de cambio, que evolucionará y mejorará despacio hacia mejor, o que a menudo los adolescentes hacen cosas con el fin último de distinguirse de los padres o simplemente para confrontarse con ellos.
La segunda, que busquen ayuda en un grupo de formación de padres, donde se sentirán acompañados y aprenderán a poner en práctica estrategias para relacionarse mejor en familia.
Y la tercera, que consulten con una persona experta que les dará ideas para mejorar la relación y les ayudará a convivir de manera más agradable para todos.
Si aún te quedan dudas, en nuestra comunidad encontrarás varios cursos que te ayudarán: ‘Aprender a gestionar los conflictos’, ‘Comunicación con adolescentes’ y muchos más.
