Gregorio Luri es filósofo y pedagogo, ha trabajado en todos los niveles de la enseñanza y ha escrito, entre otros muchos libros, Mejor educados y La escuela contra el mundo. Es colaborador de prensa y la publicación de su último libro atrajo mucho la atención de los medios de comunicación, como esta entrevista en el ABC y en La Ventana de Cadena Ser. Gregorio participa en nuestro gran encuentro el 12 de diciembre, en el que nos hablará de cuatro palabras mágicas en educación.
Vas a hablar en tu ponencia de cuatro palabras mágicas en educación. ¿Nos podrías contar cuáles son?
Cuatro palabras elementales: por favor, gracias, perdón y confío. Parecen poca cosa, pero no se hace nada importe ignorando las pequeñas cosas. A mi modo de ver son palabras que tienen más poder para abrirnos paso en la vida que el “¡Ábrete, Sésamo!” que les gusta emplear a los vagos y consentidos.
Abogas por una vuelta al sentido común. ¿Crees que padres y madres nos estamos complicando tanto la vida queriendo educar bien que hemos olvidado el sentido común? Si es así, ¿por qué crees que ha pasado esto?
A veces se dice que el sentido común es el menos común de los sentidos. Está bien como broma, pero no es cierto. Los problemas de la educación son bastante elementales y, de hecho, llevamos toda la historia de la humanidad haciendo prácticas. Ya que, como sería lo ideal, no podemos tener al segundo hijo antes que el primero, conviene tomarse la paternidad con tranquilidad. Nuestros hijos tienen derecho a tener unos padres tranquilos. Y también tienen derecho a que sean imperfectos. Nos vamos haciendo adultos a medida que vamos aprendiendo a amar a los demás sabiendo que son imperfectos. ¿Por qué nos cuesta tanto disfrutar del hecho de ser una familia normal, cuando es evidente que ser una familia normal es un chollo psicológico?
En tu opinión, ¿sobre qué pilares se asienta la buena educación?
Está bien educada la persona que sabe devolver con generosidad el amor que ha recibido. Si además de estar bien educada, está bien instruida, miel sobre hojuelas. La relación educativa elemental es la relación cara a cara. En ella nos manifestamos espontáneamente ante nuestros hijos como lo que somos, sin subterfugios retóricos. En el cara a cara se ponen de manifiesto nuestras convicciones espontáneas. Y es esta espontaneidad la que educa. Educamos por impregnación. Dicho de otra manera: Los pilares de la educación de un niño son dos: su madre y su padre.
Señalas que a nuestros hijos no hay que enseñarles a ser felices, sino a amar la vida, también con sus sinsabores e injusticias. ¿Cómo se podría enseñar a amar la vida y a tener una actitud vital?
Que quede claro que no pretendo que sean infelices. Simplemente me parece que lo contrario de la felicidad no es la infelicidad, sino la vida. El lugar en el que los barcos están más seguros es el puerto. El problema es que no están hechos para eso.
¿Por qué te has animado a participar en Gestionando Hijos?
¿Y por qué no me iba a animar? No se necesitan muchos argumentos para estar al lado de los padres. Especialmente cuando uno alcanza la condición de abuelo.
¿Qué poso te gustaría dejar en el público?
No estoy seguro. Pero quizás me gustaría que asumieran como algo natural y gozoso que una familia no es un laboratorio y que el futuro de nuestros hijos no está completamente en nuestras manos. En caso contrario no serían nunca libres.