¿Con qué palabras merece la pena salir a pasear de la mano de nuestros hijos?
Es de la mano de nuestros hijos cuando aprendemos a ser valientes para adentramos en los rincones más inaccesibles de la vida. Para avanzar en la mirada de las palabras y lo que cada una de ellas, latido a latido, habitan.
El amor y la felicidad se viven y se sienten de la mano. El futuro lo creamos paseando de la mano de nuestros hijos.
“Pasear de la mano”, una metáfora y una realidad, quizá sea una de las claves más profundas de la alegría y la felicidad. Cuando aprendemos a caminar bonito por la vida con nuestros hijos, el mundo nos sorprende con sus sonrisas, con sus lloros, con sus preguntas… Paseamos y miramos, unidos, con ojos de querer ver. Les mostramos el mundo para habitarlo, para amarlo, para soñarlo.
Paseando juntos aprendemos a admirar un atardecer y a una ardilla que corretea jugueteando entre los árboles. Aprendemos a curiosear juntos el mundo tocando, oliendo y probando un limón y, nos descubrimos, pícaros y felices cuando esa carita, revolucionada por la sorpresa del primer sabor ácido, nos hace reír. Juntos descubrimos la vida de las nubes y los animales que en ellas habitan, juntos nos divertimos y correteamos persiguiéndonos a ver quién pilla a quién, jugamos para vivir.
Aprendemos a pensar cogidos de la mano, paseando respondemos a innumerables porqués. De nuestras manos aseguramos la curiosidad, la sed de un buen futuro.
Las palabras habitadas son las que nos hacen ser por dentro, las que, honestas, van a pasear con nosotros de la mano del corazón. Palabras a mano, dignas de ser habitadas, palabras que alivian el dolor, el sufrimiento y la soledad.
De la mano encendemos las palabras del mundo.
¿Qué palabras tenemos más a mano y cómo se han hecho vida en nosotros? ¿Qué palabras nos habitan y hacen del mundo un lugar mucho mejor y mucho más habitable?
Paseamos de la mano con nuestros hijos para enseñar las palabras con las que vamos a vivir, el lenguaje que va a dar forma a su mirada y a su corazón.
Las palabras que habitamos son aquellas que nos permiten salir a pasear cada mañana de la mano de los otros para construir un mundo mejor.
Las palabras habitadas son las que aprendí de la mano de mis padres, las que fueron capaces de enseñarme qué es la felicidad. Capaces de acariciar, las palabras habitadas son aquellas que extienden nuestras caricias a otros. Son las que impiden que mi lenguaje y la esperanza caigan en la fatiga y el desasosiego.
¿Con qué palabras merece la alegría salir a pasear de la mano de nuestros hijos?
Es la mano de nuestros hijos y no las nuestras las que nos enseñan a habitar el mundo, son sus manos las que nos muestran el futuro. ¿Qué quiero para mis hijos? ¿En qué futuro quiero que vivan? ¿Qué puedo aportar yo a ese futuro? ¿Cuál va a ser mi legado? ¿Cuáles son las palabras que quiero que habiten? Ir de la mano es nuestra gran herencia. Pasear de la mano inmensamente felices por vernos juntos y por ver juntos, futuro. Hay palabras que definen nuestra historia más allá de nuestra vida, estas palabras son las palabras habitadas.
Cuida tus palabras, van de tu mano, porque ellas cuidarán de ti y del mundo.
