¿Eres el adulto en el que quieres que tu hijo se convierta?
Belén Piñeiro, responsable del conocido proyecto Maestra del Corazón, educadora y escritora, nos invita a reflexionar sobre nuestros objetivos educativos y sobre cómo nos gustaría que nuestros hijos fueran de adultos. Y concluye que la mejor manera de conseguirlo es dar ejemplo y convirtiéndonos en ese adulto que queremos para nuestros hijos.
Cada vez existen más artículos que ofrecen pautas educativas. Textos que nos indican qué valores, hábitos y habilidades debemos tratar de desarrollar en nuestros hijos. Tenemos grandes expectativas acerca de nuestra futura generación y afortunadamente cada día son más los padres y docentes que se interesan en formarse, en educarse para después educar.
Todos los educadores somos capaces de enumerar las cualidades que nos gustaría que tuviesen nuestros pequeños en un futuro: queremos que se conviertan en adultos felices, solidarios, empáticos, llenos de valores, que traten de hacer de este mundo un lugar mejor… Un sinfín de virtudes. Tener claros nuestros objetivos nos ayudará a enfocar nuestra labor educativa. Así que si todavía no te has animado a realizar esta sencilla actividad, te recomiendo que cojas lápiz y papel y que te pongas manos a la obra.
Piensa y escribe en un papel la persona que te gustaría que tu hijo fuera cuando llegue a la edad adulta. Trata de ser lo más concreto y conciso posible. ¿Cómo sería su personalidad? ¿Qué valores le definirían? ¿Cuáles serían sus principios morales? ¿Cómo serían sus relaciones personales? Pon por escrito las respuestas a estas preguntas y describe a esa persona que deseas que sea tu hijo o alumno de aquí a 25 años, por ejemplo.
Una vez terminada tu redacción, relee lo que acabas de escribir y realízate una última cuestión: ¿Te ves reflejado en lo que acabas de escribir? ¿Qué hay de ti en eso? ¿Eres el adulto en el que quieres que tu hijo se convierta?
Educar es más fácil de lo que parece, de hecho, es inevitable. Nuestros niños nos observan todo el tiempo y para ellos somos su ejemplo de normalidad, su modelo de referencia. Por lo que lo más coherente y lo más efectivo a la vez, es ser la mejor versión de nosotros mismos en la que ellos se vean reflejados. Preocuparnos por desarrollar en nosotros las habilidades que queremos para ellos, no sólo por nuestra propia felicidad, que también es importante, sino hacerlo por ellos.
Desarrollarte como individuo no es un acto egoísta, al contrario, tu felicidad es el mejor regalo que le puedes hacer a tu hijo.
Imagen de portada: Paige Marie. Unsplash