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María Soto: “Si conseguimos mirar en horizontal, en vez de en vertical, solucionaremos muchos problemas educativos”

¿Sabemos educar en la horizontalidad? ¿Tenemos claro cómo poner límites positivos? ¿Es bueno considerar que nuestros hijos necesitan nuestra ayuda? María Soto nos saca de dudas en esta interesante conversación.

Educar a nuestros hijos no es tarea fácil, y mucho menos si queremos hacerlo desde una perspectiva respetuosa y positiva, que coloque al niño en el eje central (y no al adulto). María Soto, entrenadora de padres y educadores certificada por la Positive Discipline Association y fundadora del proyecto Educa Bonito, nos da unas pautas a lo largo de esta entrevista, coincidiendo con la publicación de su cuento Ilimitada, en el que habla de cómo desarrollar el potencial de nuestros hijos, siempre con límites positivos.

 

Dices en Ilimitada que prefieres hablar de códigos, antes que de límites o normas. ¿Debemos entonces cambiar el chip los padres y madres también?

La idea es que generalicemos la premisa de que la sociedad es de TODOS los miembros que forman parte de ella, y que el hecho de asumir que las infancias necesitan “límites” las coloca en una posición de incapacidad y desconfianza. Está claro que un orden es necesario para vivir en equilibrio, y que los acuerdos y normas configuran ese orden, el cambio de chip es contar con las infancias para establecerlas. Frases como ‘mientras vivas bajo mi techo’ o ‘porque yo lo digo’… nos hemos criado con ellas y ahora nos cuesta desecharlas cuando se trata de nuestros hijos. ¿Tan difícil es? La verticalidad está tatuada en nuestro ADN pero, al mismo tiempo, si logramos mirar en horizontal (nadie está sobre nadie), si ponemos la atención en esa marca de autoridad, se solucionarían muchos de los problemas educativos y avanzaríamos años luz como sociedad.

 

En Ilimitada haces entendibles esas normas para un niño, describes una protagonista que se siente sola porque tiene otra mirada diferente y siente que nadie la comprende…

Es como creo que se sienten todas las infancias cuando intentan pertenecer al mundo adulto. Antes de admitir la “programación” conductista como la única realidad, las infancias aún están conectadas con sus propias sensaciones y emociones, con los estímulos de la naturaleza, con los demás, por eso les cuesta encajar en el mundo “fragmentado” que hemos creado.

 

Nos das claves en el cuento para los padres y madres: que eliminemos el ‘tiene que’ y lo sustituyamos por otras fórmulas. ¿Nos movemos los adultos solo por obligaciones y no somos capaces de ver más allá?

Desgraciadamente no hemos podido experimentar la responsabilidad y la libertad que conlleva vivir tomando decisiones propias. Por eso, las personas adultas realmente no somos “responsables” de nuestros actos (no respondemos de ellos, generalmente hacemos todo lo contrario…) sino que nos movemos en el espectro conductista del miedo y del deseo, alejándonos del concepto de equilibrio y del coraje que conlleva.

“Desgraciadamente los adultos no somos responsables de nuestros actos y no respondemos de ellos, hacemos todo lo contrario”, María Soto

¿Cómo podemos ayudarles a crear ese espacio que se merecen, a recuperar ese lugar que les hemos arrebatado y a crecer con ellos?

Eliminando el concepto de que necesita “ayuda”. Observando las necesidades naturales del ser humano y en lugar de pretender moldear a la infancia para que encaje en el mundo, hacer los cambios necesarios para que la infancia se pueda mover y desarrollar de forma intuitiva y respetuosa. Es un planteamiento que requiere coraje porque no podemos cambiar el mundo en el que vivimos desde nuestro metro cuadrado, pero sí tomar decisiones que generen movimiento. El ejemplo que pongo siempre es que si todos dejamos de comprar cierta bebida de envase color rojo durante un año, la empresa que la comercializa, quebraría. Pero para ello hace falta cohesión y sentido de comunidad. Ese es el reto, ponernos de acuerdo poniendo la atención en lo que nos une, y no en lo que nos separa. Trascender al individualismo por nuestros niños.

“En lugar de pretender moldear a la infancia para que encaje en el mundo, deberíamos hacer los cambios necesarios para que la infancia se pueda mover de forma intuitiva y respetuosa”, María Soto

¿Qué les dirías a esos padres que han sido criados con un autoritarismo y una crianza no respetuosa y ahora no saben cómo actuar?

Que actúen como ellos necesitaron que sus adultos de referencia hubieran actuado cuando eran pequeños. Que intenten volver a sus propias infancias y sentir. Que no se sientan culpables por tener la sensación de no saber qué hacer, y escuchar esa voz que siempre nos dice que pase lo que pase, el amor está por encima de cualquier mal momento.

 

¿Y si el niño en cuestión es muy pequeño y aún no se comunica o no entiende el por qué de esos códigos que le transmitimos?

Las infancias aprenden por inspiración. Si el adulto de referencia transmite los ritmos del día a día desde la calma y la confianza en sí mismo y en que sus hijos acabarán por aprenderlos, todo fluirá. Es como traer a un extranjero a casa que sabes que no habla tu idioma, haces tú lo que quieres que haga, en un talante de generosidad, con humor, compartiendo, no “enseñando”, no desde la superioridad. Con confianza y sin juicio, asumiendo que está aprendiendo y que los posibles “fallos” son por malos entendidos o falta de experiencia. Somos capaces de visualizarlo con un adulto, si utilizamos este ejemplo, nos costará menos con nuestros hijos.

“A veces se utiliza mal la disciplina positiva porque se pretende usar herramientas de horizontalidad pero con un propósito vertical”, María Soto

¿Cómo ayudamos a nuestros hijos a que sean ellos capaces de poner esos códigos para que se sientan partícipes sin caer en la permisividad, que es lo más difícil?

Eliminando la verticalidad. Si el niño percibe que lo importante es “mandar” aprenderá a mandar y perseguirá “mandar”. Si nos colocamos en una posición de horizontalidad familiar, transmitiendo que somos un equipo en el que no todos sus miembros harán lo mismo, pero que son todos fundamentales e importantes para que la familia crezca y disfrute, querrán aportar y aprender. A veces se utiliza mal la Disciplina Positiva porque se pretende utilizar herramientas de horizontalidad, pero con un propósito intrínsecamente vertical ( “que me haga caso, pero sin gritarle”) los niños lo perciben, son “sabuesos” de los propósitos…y ahí es cuando nos frustramos y nos rendimos de nuevo al autoritarismo.

 

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Lara Fernández

Lara Fernández

Periodista especializada en Educación y maestra de Educación infantil
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